(31 Octubre ´10)
Definitivamente, Medicina y Matemáticas son dos ciencias totalmente opuestas, ya que en el noble arte de la sanidad casi nunca 1+1 son 2. Cada día que pasa es una oportunidad que tengo para comprobar esta norma no escrita, pero más motivos aún se tienen si se pasa un puente de todos los Santos en el hospital en un doblete viernes-domingo. Cuánta razón tenía Claude Bernard: “no hay enfermedades sino enfermos”.
A la temida Observación estoy empezando a cogerle cariño. Sigo sin saber tantas cosas acerca de tratamientos hasta la fecha no empleados que hace que las noches siguen siendo largas a la espera de que te despierten en tu turno de vigilia con un paciente crítico al que salvar, pero en contraposición te ofrece la posibilidad de hablar detenidamente con los pacientes (que son realmente tuyos), y la facilidad para pedir alguna prueba más específica que en la Policlínica encuentran más dificultades. Pero sobre todo tienes la herramienta más poderosa: el escuchar al paciente, ya que no tienes el agobio y la sobresaturación que al otro lado de la puerta que marca la entrada a Observación se acumula en largas listas de pacientes aún sin ver.
Los motivos de consulta y los prediagnósticos pueden ser un arma de doble filo. Ahí estaba un anónimo paciente, sentado en un sillón recibiendo medicación intravenosa para un supuesto cólico renal con indicación de tras ceder el dolor dar de alta. En principio nada más que rascar, pero la Observación cuando está tranquila da para hablar detenidamente con los pacientes. Una caída un mes antes, una fractura de cadera pese a su joven edad, un dolor en parrilla costal que no terminaba de desaparecer, y a última hora y cuando ya estaba a punto de tramitar el alta y preguntarle cómo se encontraba, me indicó que había presentado un episodio de hemoptisis (sangre en la saliva). Y he aquí donde se cumple eso de no hay enfermedades sino enfermos, y no hay un cólico renal sino una serie de síntomas inespecíficos que no son más que pistas para un certero diagnóstico.
Si eres adicto a la serie House, las frases no es lupus, o es un trombo parecen ser el padre nuestro de la medicina. Pero en esta ocasión, efectivamente fue un trombo que había ocasionado un Tromboembolismo Pulmonar sin clínica respiratoria clara, que en el angio-TAC que se pidió había desembocado además en un infarto del campo pulmonar.
Un cólico que pasó a tratarse como un trombo embolismo pulmonar y quién sabe si se salvó la vida de un paciente sobre el que no parecía sobrevolar la sombra de una enfermedad grave pero que la tenía.
Al final va a ser verdad que la historia clínica es la mejor prueba diagnóstica… Como diría Trillo: ¡manda huevos!
A la temida Observación estoy empezando a cogerle cariño. Sigo sin saber tantas cosas acerca de tratamientos hasta la fecha no empleados que hace que las noches siguen siendo largas a la espera de que te despierten en tu turno de vigilia con un paciente crítico al que salvar, pero en contraposición te ofrece la posibilidad de hablar detenidamente con los pacientes (que son realmente tuyos), y la facilidad para pedir alguna prueba más específica que en la Policlínica encuentran más dificultades. Pero sobre todo tienes la herramienta más poderosa: el escuchar al paciente, ya que no tienes el agobio y la sobresaturación que al otro lado de la puerta que marca la entrada a Observación se acumula en largas listas de pacientes aún sin ver.
Los motivos de consulta y los prediagnósticos pueden ser un arma de doble filo. Ahí estaba un anónimo paciente, sentado en un sillón recibiendo medicación intravenosa para un supuesto cólico renal con indicación de tras ceder el dolor dar de alta. En principio nada más que rascar, pero la Observación cuando está tranquila da para hablar detenidamente con los pacientes. Una caída un mes antes, una fractura de cadera pese a su joven edad, un dolor en parrilla costal que no terminaba de desaparecer, y a última hora y cuando ya estaba a punto de tramitar el alta y preguntarle cómo se encontraba, me indicó que había presentado un episodio de hemoptisis (sangre en la saliva). Y he aquí donde se cumple eso de no hay enfermedades sino enfermos, y no hay un cólico renal sino una serie de síntomas inespecíficos que no son más que pistas para un certero diagnóstico.
Si eres adicto a la serie House, las frases no es lupus, o es un trombo parecen ser el padre nuestro de la medicina. Pero en esta ocasión, efectivamente fue un trombo que había ocasionado un Tromboembolismo Pulmonar sin clínica respiratoria clara, que en el angio-TAC que se pidió había desembocado además en un infarto del campo pulmonar.
Un cólico que pasó a tratarse como un trombo embolismo pulmonar y quién sabe si se salvó la vida de un paciente sobre el que no parecía sobrevolar la sombra de una enfermedad grave pero que la tenía.
Al final va a ser verdad que la historia clínica es la mejor prueba diagnóstica… Como diría Trillo: ¡manda huevos!
Magnífica entrada...
ResponderEliminarLa importancia de la historia clínica...
...cuánta razón llevas!
Un abrazo!