lunes, 15 de noviembre de 2010

Cardioversión: una nueva primera vez

(11 Noviembre ´10)

Es lo que tiene el frenético y maravilloso mundo de las Urgencias, que uno tiene sus depósitos de adrenalina y cortisol por las nubes ante la inmediatez del eterno acecho. Este mes estoy rotando por Observación y está siendo un sinfín de primeras veces. Si ayer fue el turno de una laparocentesis hoy me tocaba el privilegio de cardiovertir.

Pese el sinfín de guardias y pacientes vistos a lo largo de este ya año y medio de residencia, recuerdo perfectamente la primera paciente que vi como proyecto de médico en la consulta del Hospital Civil con la que apenas fui capaz de articular palabra; cómo olvidar también la primera vez que ves tan de cerca la muerte que hasta la puedes tocar; o la primera vez que me despertaron en Observación para recepcionar a aquel paciente que trajo el 061 y que estaba más cerca de allí que de aquí. Anécdotas, vivencias, recuerdos, que en el día de hoy se ha completado con una nueva primera vez.

Es una de las escenas fetiches de las series y películas que versan sobre medicina. El paciente moribundo sin contracciones cardiacas o totalmente arrítmico y la descarga que las palas dan con 300 Julios de energía. El bote que sufre el paciente; la incertidumbre, y finalmente un ritmo cardiaco que se normaliza. El milagro de lo perdido que en la mañana de hoy me ha tocado ejecutar en primera persona bajo la tutela de unos tutores que me entregaron el testigo de las palas mientras me tocaba indicar el “1, 2, 3, apartaros” con el que guiaba la operación. El paciente botó sobre la camilla de la Observación pero yo creo que lo hice junto a él mientras deseaba que el flutter que había dado la cara tras una taquicardia supraventricular frenada con adenosina se normalizara. Segundos de espera, tensión, olor a pelo quemado y por fin un ritmo dibujado en la pantalla del monitor que a mí me pareció un pentagrama musical de la mejor obra jamás creada.


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