viernes, 22 de marzo de 2013

Dame un punto de apoyo

Viernes de Dolores, la antesala de la semana grande para todo cofrade. La Semana Santa, los 7 días que parecen hacer un paréntesis en la vorágine del día a día. Como viene siendo tradicional, este año vuelvo a colaborar con la revista "Jerusalem" de Úbeda. Aquí os dejo el artículo y mis mejores deseos para que si el tiempo no lo impide (parece que no dará tregua) disfrutéis de la Semana de Pasión, de las vacaciones, o de las obligaciones del día a día.


En un país desangrado por la falta de escrúpulos orquestada por hombres y mujeres en Parlamentos, con yernos con corona de espinas, con sobres off the record que pagan nuestras miserias colectivas, que nos sacan los colores y nos colocan en el centro de la diana europea de la que tan atinados dardos recibimos.

En un pueblo, el nuestro, que hiberna activándose de fiesta en fiesta, al ritmo del cuplé del carnaval, las sevillanas por San Miguel o las saetas por San Millán.
En una comarca azotada por las placas tectónicas sobre las que se asientan Los Cerros y que en los últimos meses nos despierta con la intriga del miedo, del suspiro y del baile de cimientos y lámparas que se muevan al amparo de la furia de la escala sismológica de Ritcher.

Y en medio de este caos universal que nos somete en un estado de locura colectiva sin retorno, surge lo expuesto por Arquímedes cuando descubrió la palanca: “dame un punto de apoyo y moveré el mundo” y dos ejemplos, un general y un particular que invitan al optimismo: la sonrisa de la inocencia y la Semana Santa capaz de cambiar vicios dilatados por la zozobra de la dejadez.

La semana grande, la de la Pasión. La de muerte y resurrección. La que saca a los ubetenses de sus casas, la que se engalana y prepara, la que marca el ritmo político social de nuestra ciudad. Su influencia bien encauzada que se viste con buenos propósitos en los comedores de Cáritas, que sirve de mano tendida para el sufrimiento y el desazón del que más lo necesita, que ve en sus cofradías y en sus hermanos cofrades una prolongación umbilical que les conecta a la placenta de la esperanza. La semana de tambores y redoble, de capas ondeando, de suplicantes miradas en busca de la nube sospechosa que pueda aguar los esfuerzos de todo un año. De turistas y viejos conocidos que encuentran en el Domingo de Ramos la excusa perfecta para reencontrarse con sus raíces, sus tradiciones y el recuerdo que se magnifica con la distancia marcada por los kilómetros.

La Semana Santa que nos hace olvidar el círculo vicioso que nos asfixia como un puzle inacabado al que le falta una pieza. La Semana que canaliza nuestra energía positiva, nuestro compromiso y la difícil implicación de la urbe del siglo XXI. Que hace que juventudes sin referentes a los que seguir se unan en las frías noches de invierno en ensayos de tambores y cornetas, de cuadrillas que se echan a sus costales sacos de cemento para compartir sufrimiento y hacer terapia grupal; de anónimas con nombre y apellido que se reúnen todas las tardes para dejar a su Virgen vestida de gala.

El ejemplo claro de que el compromiso, la constancia y la ilusión son herramientas productivas para hacer que año tras año, la Semana Santa venza a las adversidades contemporáneas de nuestros días. El ejemplo claro de que se pueden hacer y cambiar cosas siempre que existan ideales y personas de buenas intenciones. Un rayo de esperanza entre las tinieblas que nos azotan, que nos hacen anhelar que algún día, más tarde que pronto, el pueblo consiga reconducir su impotencia colérica y pasar a la acción constructiva.

Un punto de equilibrio perfecto que encuentro cada vez que vuelvo a Úbeda y me encuentro la inocencia de Aitana, con su sonrisa de tranquila niña mimosa, con sus primeros ruiditos con los que intenta buscar palabras, con sus gestos tan agradecidos ante su cuidado. Con su presencia, con su brillo, con su inocencia consigue calmar la vorágine de preocupaciones laborales y sociales. Nuestro particular tesoro que este Domingo de Ramos descubrirá por primera vez lo que es y qué se siento siendo del Borriquillo, portando ese babero que captará las indiscretas miradas de algún objetivo panorámico que inmortalizará su belleza quieta, su grácil armonía perfecta que a mí, y en mi día a día, me sirve para oxigenar mi cerebro y calmar un sistema nervioso que se acelera ante las atrocidades que se ocultan más que enseñan en los medios de comunicación.

Semana Santa y Aitana, dos particulares puntos de apoyo para empezar a mover el mundo. Los inseguros primeros pasos que darán paso a la estampida que levantará polvaredas, conciencias y esperanza. Una frase que refleja el orgullo de un hombre, Arquímedes de Siracusa y que nos demuestra que querer es poder.

Disfruten de esta semana, tan nuestra y tan grande. Que así sea.




miércoles, 13 de marzo de 2013

Pérdidas que son también tuyas


El cupo que mi tutora y yo tenemos está en torno a los 1100 pacientes. Algunos nunca han pisado la consulta; otros van prácticamente a diario. Con unos tienes más confianza y hablas sobre temas que se extralimitan de lo meramente médico, mientras que con otros, ya sea por falta de empatía o por barrera idiomática te limitas al acto médico.
A los más jóvenes los he visto crecer en los cuatro años que llevo en la consulta. Ya no son los niños de antaño, en el camino han perdido la inocencia y se han hecho adultos. Otros, los mayores, han envejecido tanto que se han jubilado o sido abuelos a lo largo de este periodo.
He visto como muchas mujeres a las que le hemos seguido el embarazo en la consulta de Planificación Familiar han tenido a su bebé y nos lo han llevado a la consulta para que los viéramos a modo de agradecimiento por el seguimiento realizado en los 9 meses previos. Y también, a lo largo de estos cuatro años hemos visto bajas en el cupo, ya sean por cambios de profesional, o las más dolorosas, por fallecimiento.

Con su nombre de mujer nacida antes de la guerra, una de tantas pacientes que se había hecho vieja. Al principio solía desplazarse a la consulta, para ir dejando progresivamente paso a que su hijo fuera el que se desplazara para contar las dolencias de su madre. En más de una ocasión había cogido el maletín y me había adentrado en el corazón de la Palmilla profunda para ir a su casa y hacerle el chequeo que tanto agradecía tanto ella como su cuidador principal. La entrada de su casa difería de la estética de una de las calles con más pedigrí en la barriada, y sus plantas siempre cuidadas, escoltaban el trayecto que separaba la puerta principal de la casa mata.

Precisamente ayer fui por última vez a su casa. Lo típico de estos días y sus patologías de base que le hacían convertirse en un libro de Medicina ambulante. El catarro, los mocos, el aumento del ahogo habitual, los dolores varios que le habían limitado a una vida cama-sillón progresivamente…La edad que no perdona solía sentenciar con su mirada perdida de diabética mal controlada. Hablar con ella, intentar retocar el tratamiento ante la tozudez de la gente mayor que grita a los cuatro vientos que quiere morirse pero luego es reacia a cualquier cambio en sus fármacos ante el temor de que no se obtenga el efecto beneficioso deseado. El tomarle la tensión, auscultarla y darle algunos consejos básicos como posturas para dormir que pudieran disminuir el “ahoiguito” de rigor. Y finalmente despedirte mientras miras el reloj que marca ya las 14:00h.


Y al día siguiente retomar la rutina del día a día en la consulta, empezar a ver un paciente tras otros con cinco minutos para intentar aportar la solución que todo el que va al médico espera. Y de repente recibir la visita de tu enfermero de referencia que entra con cara seria, mientras porta malas noticias. Y es que hoy al acudir al domicilio de la paciente a la que viste ayer, y tras ver la puerta cerrada,  recibió la noticia de que había fallecido por la noche, de repente, en ese desenlace inesperado que tanto tiempo llevaba acechándole.

La tristeza de la pérdida de alguien de tu cupo, que no es familia pero que es algo tuyo. Algo que se va con cada uno de ellos. La conciencia y su cargo, tanto para bien como para mal que te acompaña durante unos días. La pregunta que rumeas al principio: “¿he hecho todo lo que podía?”. La sensación de que así ha sido que te consuela en ese llanto silencioso que todo el que pierde algo sufre.

La vida es letal, siempre termina matándote. Es la conclusión a la que siempre llego tras noticias como esta. El médico no es un mago, no hace milagros. Intenta dar vida a los años, pero se ve más limitado para dar años a la vida, que está marcada por demasiados factores ajenos a ti. Pero pese a todas estas limitaciones, y pese a tener la sensación y ser corroborada por el hijo que se encargaba de cuidar a su madre de que por tu parte no hay peros mayúsculos que achacarte, a uno le queda esa sensación de duelo artificial que te acompaña hasta que la puerta se vuelve a abrir, entra el siguiente paciente, con su vida y sus problemas que se vierten en busca de ser escuchados y consolados y deja a un segundo plano el recuerdo de la pérdida que en noches como estas me acompaña antes de cerrar los ojos.



Descansa en paz

miércoles, 6 de marzo de 2013

Granaino style



A estas alturas del boom en la red, seguramente ya os habéis topado con uno de los vídeos que están causando furor a nivel nacional. La parodia del Gangnam Style estilo made in Granada me ha echo recordar los 6 años y medio que viví en la ciudad nazarí. Si no has estado en la ciudad de la Alhambra habrá detalles que se escapen, pero sin duda el vídeo dibuja sonrisas a propios y extraños.

La ciudad, su gente, su gastronomía basada en época estudiantil de cerveza y tapa, su agitada vida nocturna y los compañeros de carrera que ahora ocupan hospitales en toda España y con los que con muchos me une una amistad que no entenderá de kilómetros ni años.

En todos ell@s he pensado cuando vi el vídeo, y en todos ell@s pienso al escribir esta entrada. A poco más de dos meses de cerrar el blog es bueno saber de donde venimos, y en mi caso, de Granada, de la Facultad de las columnas de mármol


¡Qué os vaya bonito! Nos vemos en el camino




lunes, 4 de marzo de 2013

El perfume de mi vejiga


Lo reconozco, siempre he tenido mis productos fetiche. Aquellos que repito a lo largo del día en el que los tomo. Desde pequeño siempre relacioné un hecho que no pasó el filtro de la inocencia; era algo matemático, un axioma con precisión de reloj helvético, un hecho incuestionable. Y es que cada vez que desayunaba trigo inflado azucarado, a lo largo del día y cada vez que iba al servicio, mi micción-orina-meados (prolijo lenguaje que nos dio Cervantes) iban aromatizados del sabor inigualable de los copos que momentos antes habían estado en el tazón de  la leche.

Esta entrada podría tener una vertiente sanitario-histórica, ya que antiguamente cuando la tecnología no era más que el sueño de los iluminados más visionarios (previo al siglo XIX), el análisis de la orina era uno de los ejes diagnósticos a los que los galenos de la época se aferraban, junto a conceptos pasados de moda como los humores.

¿Y cómo lo hacían estos “valientes”? ¿Cómo conseguían adentrarse y acertar diagnósticos que en nuestros días requieren estudios bajo el aumento de la lente del microscopio? Mediante la vista, el olfato y el gusto (y pensar que ahora los profesionales sanitarios estamos mal pagados…)

COLOR ANORMAL DE LA ORINA
   La orina opaca o turbia es un signo de infección urinaria. La orina turbia también puede ser causada por la presencia de bacterias, moco, glóbulos blancos o rojos, células epiteliales, grasa o fosfatos.

   La orina clara o de color marrón oscuro (similar al coñac) es característica de un trastorno hepático, como la hepatitis viral aguda o la cirrosis.

   Una orina opaca de color rosado, rojo o marrón puede ser un efecto secundario de un medicamento o puede ser producto del consumo reciente de remolachas, moras o ciertos colorantes de los alimentos. También es característica de un trastorno en las vías urinarias en el que se presenta sangrado (hematuria), tales como cistitis, agrandamiento de la próstata, tumor de la vejiga o el riñón, tuberculosis, cálculos en la vejiga, infección renal, tumor de Wilms (en niños) o hipernefroma. La anemia hemolítica y la porfiria también pueden provocar que la orina tome esos colores. La coloración puede también presentarse después de un traumatismo a los riñones o a las vías urinarias.

   Una orina amarilla oscura o anaranjada puede ser producida por el uso reciente de laxantes o por el consumo de complejos de vitamina D o caroteno (las zanahorias tienen mucho de eso). La orina de color naranja a menudo es de origen farmacológico por la fenazopiridina (utilizada en el tratamiento de las infecciones urinarias), la rifampina y la warfarina.

   La orina de color verde o azul se debe al efecto de un color artificial en los alimentos o fármacos y también puede ser el resultado de medicamentos como la amitriptilina, la indometacina y la doxorubicina.


OLOR ANORMAL DE LA ORINA
Ciertos alimentos y medicamentos, incluyendo vitaminas, pueden afectar el olor de la orina. Por ejemplo, el espárrago causa un olor de orina característico.

   Sin embargo, el olor fétido de la orina puede deberse a bacterias anaerobias, como las responsables de las infecciones de las vías urinarias, o también a una fístula rectal (se ponen en contacto las heces con la orina).

   El olor dulce de la orina puede ser una señal de diabetes no controlada o una enfermedad rara del metabolismo como la cetoaciduria (enfermedad de la orina con olor a jarabe de arce).

   La enfermedad hepática y ciertos trastornos metabólicos (como la fenilcetonuria, una rara enfermedad hereditaria) pueden causar un olor de la orina a moho o a ratón.

   Orina concentrada con fuerte olor a amoníaco puede ser causada por una deshidratación


   En la diabetes insípida se produce una poliuria exagerada (de 4 a 40 litros al día), por lo que al estar tan diluida la orina prácticamente ni huele ni sabe a nada (precisamente por eso se le llama "insípida")


El inútil recuerdo de la infancia, ya que desde hace tiempo erradiqué ese tipo de desayuno de mi alimentación, me ha servido para despertar mi curiosidad e indagar sobre las causas de que productos como los espárragos también delaten su ingesta cada vez que liberamos la tensión de nuestra vejiga.

Y me ha servido también para recordar la Fisiología de 2º de Medicina y recordar cómo se crea la orina, que partículas la forman y qué debemos estudiar cuando un test de orina cae en nuestras manos. Nuestros antepasados en el noble arte de intentar sanar se veían obligados a ver, oler y probar. Nosotros tan sólo necesitamos saber leer, así que qué menos que estar puestos al día, aunque sólo sea como homenaje a nuestros ancestros y como guiño a los Kellogs que le dan sabor a esta entrada.


TEORÍA

La orina es el producto de desecho líquido excretado por los riñones. Ésta se almacena en la vejiga hasta el momento de ser vaciada a través de la uretra.
La orina esta constituida por agua, y numerosos sustancias (creatinina, ácido úrico, urea, fosfatos, sulfatos, magnesio, calcio sodio, potasio, cloro,…). Estas sustancias son excretadas a diario, es decir, cada 24 horas. También se puede encontrar glucosa, cuerpos cetónicos, proteínas, porfirinas y bilirrubina en diferentes procesos patológicos. En el sedimento de la orina, es decir en el residuo que se obtiene después de centrifugar la orina se encuentran cilindros, eritrocitos, células epiteliales y leucocitos.
El volumen diario de orina en un adulto fluctúa entre 1.200 a 1.500 ml.

¿CÓMO TOMAR LA MUESTRA?
Para el correcto diagnóstico es de gran importancia una buena muestra. Existen muestras de orina tomadas como primera matinal, en ésta los elementos se encuentran en mayor concentración. Se deben desechar las primeras gotas, tomar el volumen siguiente y descartar la parte final. En la mujer se deben separar los labios en el momento de la micción, evitando en esta forma agregarle contaminación vaginal.
Para estudios bacteriológicos (ejemplo, urocultivo) la orina se recoge en un frasco estéril, desechando el primer chorro y guardando la porción de la mitad para el cultivo. En los niños que no controlan esfínter se utiliza un recolector pediátrico, el que se adhiere a sus genitales y donde la orina se va depositando lentamente. Este método, si bien resulta útil, presenta varios inconvenientes, siendo el principal la alta contaminación de la muestra.


¿QUÉ ANALIZAR?
Examen físico:
                  Aspecto: considerado como normal un aspecto transparente, pero es aceptado hasta un aspecto ligeramente turbio ya que este puede ser debido a contaminaciones. El aspecto de una orina turbia ya es considerado como anormal, esto puede ser debido a presencia de leucocitos, glóbulos rojos, bacterias, cristales, etc.
                  Color: En condiciones normales el color de la orina va de amarillo hasta ámbar. Se pueden encontrar colores anormales debido a la presencia de elementos anormales en la orina como por ejemplo sangre, medicamentos, alimentos y otros pigmentos. 
En el examen físico también se considera el pH y la densidad, parámetros que son medidos con cintas para orinas. 
pH: Es el reflejo de la acidez de la orina. El pH normal va de 5.5 - 6.5. Influyendo el régimen dietético de cada paciente. Este se determina utilizando una cinta lectora de pH la que se sumerge en una muestra de orina por dos o tres segundos y luego se compara el color obtenido con una carta patrón de colores.
Densidad: Esta varía en razón directa a la cantidad de sólidos, principalmente cloruros, urea, sulfatos, la densidad normal va de 1.015 - 1.025.
Examen Químico:
Con el desarrollo de las cintas reactivas, el análisis químico de la orina dejó de ser un procedimiento laborioso y caro, y por lo tanto impracticable en la práctica rutinaria. Las cintas reactivas son tiras plásticas con cojinetes absorbentes impregnados con diferentes productos químicos que, al tomar contacto con orina, producen reacciones químicas que generan cambios de color del cojinete. De esta manera, se obtienen resultados cualitativos y semi-cuantitativos dentro de segundos a minutos mediante simple pero cuidadosa observación. Esta técnica puede presentar falsos positivos y negativos frente a cada reactivo.

pH: El pH urinario de individuos normales tiene un rango de 4.5 a 8.0, pero en muestras matinales es levemente ácido, con pH de 5.0 a 6.0. Estos valores deben ser interpretados en relación a la información clínica obtenida del paciente, pues el pH puede variar según su estado ácido-básico sanguíneo, la función renal, la presencia de infección urinaria, el tipo de dieta o drogas consumidas, y el tiempo de obtenida la muestra. Las dietas altamente proteicas acidifican la orina, en cambio aquéllas ricas en vegetales la alcalinizan. El conocimiento de esta variable tiene gran importancia al momento de identificar los cristales vistos en examen microscópico del sedimento de orina. La determinación de pH urinario por reacción colorimétrica no es lo suficientemente exacta para ser usada en el diagnóstico de acidosis tubular renal, en que deben utilizarse pH-metros calibrados.
Nitritos: los nitratos presentes en la orina son convertidos a nitritos por la reducción enzimática de bacterias, especialmente Gram (-). Los nitritos, que normalmente no se encuentran en la orina, son detectados por la cinta reactiva, sugiriendo así una probable infección urinaria. La reacción positiva a nitritos debe ser siempre confirmada con urocultivo, pues tiene falsos (+) y (-).
Glucosa: menos de 0.1% de la glucosa normalmente filtrada por el glomérulo aparece en la orina. Cuando la glicemia supera el umbral renal de reabsorción tubular de glucosa, lo cual ocurre entre los 160 a 180 mg/dl, aparece en elevadas cantidades en la orina, y es detectada en la cinta reactiva mediante la reacción de glucosa oxidasa. Esta reacción es específica para glucosa, no detectando la presencia de otros azúcares reductores, como galactosa y fructosa. Si bien es utilizada especialmente para diagnosticar o controlar pacientes con diabetes mellitus, la presencia de glucosuria importante puede no asociarse a cuadros hiperglicémicos, como lo son: tubulopatías, alteraciones tiroideas y daño del S.N.C.
Cetonas: su presencia en orina refleja una alteración en el uso de hidratos de carbono como principal fuente energética, requiriéndose para ello de la utilización de grasas corporales. Las principales causas de cetonuria se relacionan a cuadros con incapacidad para metabolizar (diabetes mellitus), pérdidas aumentadas (vómitos), o inadecuado consumo de carbohidratos (desnutrición, reducción de peso). La causa más frecuente del hallazgo de escasa cantidad de cuerpos cetónicos en la orina, es el ayuno.
Proteínas: normalmente existen en la orina pequeñas cantidades de proteínas, ya sea filtradas o secretadas por la nefrona, no excediendo los 10 mg/ml o 4 mg/m2/hr. La presencia de proteinuria significativa sugiere enfermedad renal, aunque puede no serlo, como ocurre en la proteinuria ortostática, la asociada a fiebre, deshidratación o ejercicios extenuantes, o la secundaria a hiperproteinemias (proteinuria de Bence Jones). Esta parte de la cinta es altamente sensible para albúmina, pero no para globulinas, hemoglobina o cadenas livianas.
Bilirrubina: la bilirrubina que se detecta en la orina es la conjugada, y puede ser el primer indicador de una enfermedad hepática no detectada. La exposición a la luz puede degradar esta substancia y hacerla indetectable.
Urobilinógeno: es un pigmento biliar producto de la degradación de la bilirrubina conjugada en el intestino, y le da la coloración a las heces en forma de urobilina. Es normal que se encuentre en bajas cantidades en la orina (< 1 mg/dl). Puede estar aumentado en enfermedades hepáticas y hemolíticas.
Leucocitos: utiliza la acción de esterasas de los granulocitos presentes en orina, ya sea íntegros o lisados. Su positividad no es diagnóstica de infección urinaria pero sí la sugiere. El umbral de detección es entre 5 a 15 leucocitos por campo de mayor aumento.
Sangre: el test no distingue entre hemoglobinuria, hematuria y mioglobinuria, por lo que antecedentes clínicos, análisis microscópico de orina y test específicos ayudan a clarificar el diagnóstico.