viernes, 16 de abril de 2010

Rotación IV: Marzo ´10: Cirugía

(1 Abril ´10)

Se acabó lo que se daba jugando a ser Cirujano. Acostumbrado a coquetear con este servicio, sobre todo en las Urgencias donde son muy solicitados ante la diversa patología sugerente de intervención quirúrgica, y verlos como tan sólo palpando una barriga dictaminan su paso a quirófano o no, este mes me ha servido para ver las luces y sombras que se ciernen sobre este servicio.

De existir un escalafón (que creo que existe), los cirujanos coparían la parte alta de dicha clasificación honorífica si dicho baremo lo estableciéramos en función del status y del respeto que su especialidad despierta ante la gente. He escuchado muchas veces eso de que se creen Dioses. Quizás sea algo exagerado, pero lo cierto es que más que médicos son artistas, al igual que pintores o pianistas.

Pero de cara a la rotación de un residente, y mucho más si eres de Familia, esta rotación te puede dejar con la sensación agridulce del tiempo perdido, de secretario, de enfermero, ya que tu misión durante ese mes se limita a preparar el papeleo del preoperatorio y de limpiar alguna que otra herida postquirúrgica que acude a revisión. Cierto es que ves mama, tiroides y hernias, patologías con mucha prevalencia en Atención Primaria, y cierto es también que algún que otro lunes puedes ir con los residentes al quirófano de cirugía menor que también te puede ser de utilidad, pero lo cierto que la rotación se puede hacer tediosa, ante tantas horas en la consulta en lo que lo que más se suele escuchar es: ¿te quieres operar? Pues operemos.

Además este mes sirve para apreciar las diferentes actitudes de los especialistas, y aunque ni mucho menos se puede generalizar lo cierto es que he apreciado tendencias entre los profesionales. Hay un dicho machista (muchas veces cierto), que dice que las mujeres son como los chicles, que cuando más se les pisa más se te pegan. Pues bien, parece que el halo que desprende la figura del cirujano, puede silenciar al paciente: he escuchado hablar en mal tono y con malas formas a algún que otro cirujano, y ver como el paciente parecía sumiso, cosa impensable en otras especialidades. Pero como lo cortés no quita lo valiente, también he encontrado a profesionales de categoría, como las prometedoras residentes Naiara, Isa y Marta, y ese autollamado R7 que es Antonio Bayón que demuestran amar lo que hacen y respetar al semejante que tienen al otro lado de la mesa que busca la solución quirúrgica definitiva a ese problema que le quita el sueño.

Especialidad estresante donde las haya, que exige lo mejor de cada uno, la continua evolución, el estudio casi a diario; un carrusel perpetuo en el que el médico debe estar preparado para tomar la siguiente curva, y donde más que en ningún sitio, se trabaja en el alambre, vida o muerte en la cama de un quirófano, de la que estos artistas siempre suelen salir con la cara del triunfador


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