sábado, 5 de junio de 2010

Rotación VI: Mayo ´10; MEDICINA INTERNA


Rotaciones como estas sirven sobre todo para desdramatizar la Medicina, esa profesión a la que le persigue ese halo de rancio abolengo y que si aún perdura son por actitudes de algunos médicos que se hacen llamar profesionales, que siguen creyendo en una divinidad impuesta que le hacen no creerse terrenales. Cuando uno va al CARE, a esa consulta de consultas llamada Medicina Interna donde todo el que va viene remitido por alguien que no ha sabido buscar la tecla divina, ponerle nombre a la patología o ajustar un tratamiento que se resiste, se encuentra un escenario que ni en los mejores casos se hubiera imaginado: al otro lado de la mesa, un médico, despeinado, con una bata gastada adornada por el eterno pin del Atlético de Madrid, capaz de hablarte en ruso, de reirse con el paciente, nunca con él de lo que tiene para curar no sólo con medicamentos, sino con actitudes

Para Juampi y para mi, los rotantes que cada mes vamos de dos en dos, la Medicina Interna, ese filtro hospitalario que equivale en dicho ámbito a Atención Primaria, es la Medicina de Julio Martínez, un personaje en mayúsculas y en el buen sentido de la palabra, un genio que se quita galones e insignias para dar la sensación de ser un niño grande capaz de encontrar lo que hasta la fecha nadie había hecho, realizar de manera ambulatoria múltiples pruebas vanguardistas. Una persona que enseña con todo lo que sabe, con lo que cuenta pero sobre todo por cómo actúa. En un mes en dicha consulta se ven muchos pacientes, y nunca ninguna salió con una mala cara, dudas o sensación de haber perdido el tiempo; la gente de segundas nupcias que ya había acudido con anterioridad venera a un médico que es capaz de regar las plantas, de poner mesa y mantel para hacer unos desayunos con chorizo en manteca y leche merengada, y que sobre todo se preocupa por la docencia y por sus pacientes.

La imagen que dan las guardias de la Medicina Interna en el hospital es bien diferente. Suelen ser gente mustia, agobiada por pacientes pluripatológicos a los que ningún servicio quiere y que son conocidos como “marrones”, saturados por enfermos que suelen complicarse, que coquetean con la muerte y la ancianidad, por lo que la calidad de vida de esta especialidad no es de las mejores. Pero pese a ello siempre hay personas y personalidades que demuestran que siempre hay un giro de vuelta imposible

Mes muy aprovechable, que se hace corto, pese al “castigo” casi voluntario que nos impone Julio de no tomarnos los salientes. 30 días para disfrutar de una sufrida especialidad, para aprender y sobre todo, para copiar formas de ver la medicina


3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho esta entrada.
    ¡Espero que disfrutes y aprendas mucho!

    ResponderEliminar
  2. De las mejores rotaciones, yo me niego a dejar en paz todavia a Julio, en cuanto pueda vuelvo, pero siempre con desayuno eh? un saludo

    ResponderEliminar