martes, 2 de junio de 2009

From Rumania with Love

Llegó la hora, o mejor dicho la Marathón de horas que supone el hacer una guardia, y es que con el kit reglamentario que nos dieron al firmar el contrato con la credencial y la indumentaria apropiada para la ocasión, uno debería recibir un libro de dimensiones superlativas a modo de una guía práctica y autodidáctica de cómo hacer una guardia y no morir en el intento.

Con esa aureola de fortuna que parece acompañarme, inauguré el turno de las guardias para los R1, novicios en la materia que desfilaremos sucesivamente a lo largo de este mes de Junio por esas atestadas Guardias que son las del Carlos Haya, variopintas y entretenidas donde las haya. Tras ser el probador oficial en los últimos años, como acredita el estrenar el plan nuevo de Medicina en la Universidad de Granada, o la primera residencia a cuatro años de la especialidad de Medicina de Familia… tocaba el turno de pasar por caja y tantear un Servicio de Urgencias cuya sombra es alargada y fantasmagórica, y que da tanto miedo como respeto.

Mochila en mano, uno acude al toque de queda y se presenta a las 9:00 a.m, con puntualidad inglesa a su cita, como un novio ante su primera quedada. Con la desinformación como buque insignia, uno se presenta como Pedro por su casa sin ser visto por prácticamente nadie del personal, al que es difícil reconocer como tal por la diversidad de los trajes, ya que como si de la pasarela Cibeles se tratase, uno se puede encontrar pijamas blancos, batas, pijamas verdes de quirófano, trajes rosas o pijamas azules de gasa y una transpiración más digna de un chaleco antibalas.

Tras visualizar el servicio e identificar a sus militantes (digno de un Master o una tesis doctoral), uno se presenta a esos nuevos compañeros de los que hoy seremos sus koalas. Los seis R2 de turno que hoy harían de Cicerones en nuestra introducción al taquicardizante mundo de las Urgencias, fueron sin duda lo mejor de un día que quedará marcado en rojo en el calendario de las efemérides. Emulando a la oscarizada Siete Novias para siete hermanos, los seis novicios debutantes encontramos un fiel compañero de viaje en la figura de los R2, que hicieron de compañeros, adjuntos y padres espirituales.

Ese guía se hizo hombre y en mi caso vino de Rumanía para templar unos nervios que se contorneaban en el tiovivo que era servidor. Tudor, una persona peculiar, fue el encargado de ponerme en el camino y demostrarme que con los pies en el suelo, es difícil perder el rumbo. Cual koala amarrado a su árbol, me tiré todo el día colgado en sus manos como diría Carlos Baute, y fui perdiéndole el miedo, aunque nunca el respeto a unos pacientes que se sucedieron, entre anécdotas y nombres propios, ante historias y problemas que desde ayer se han convertido en el nuevo día a día que nos espera.

3 comentarios:

  1. Me encanta Tudor.. tiene novia?
    jejejeje.besos

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  2. Grande Tudor!Sí tiene, aunk en Rumanía.Yo creo qcon un par de Wiskies con Red Bull le cambiais la opinión

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  3. aahh.!! mira que bueno saberlo, si algun dia me lo encuentro por ahí, ya se que hacer jajaja gracias! :d
    ah! y aprovecho de felicitarte por tu blog, sigue asi.

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