viernes, 4 de septiembre de 2009

Guardias Centro de Salud

(escrito el 30 de Julio ´09)

Acostumbrado a ponerme el pijama blanco e ir con la lengua fuera, uno agradece sobremanera su primera guardia realmente tranquila, al calor del hogar, en ese Centro de Salud de la Palmilla con fama de chico malo, pero que hace pasar tardes de calma chicha, que dan lugar para el descanso, e incluso para estudiar y seguir formándose, algo que desde que empezó esta aventura ha sido difícil (por no decir imposible) de compaginar ante el aluvión de acontecimientos que se suceden sin dar una tregua.

Las Guardias del Centro de Salud son el meridiano opuesto a las vividas en el Hospital donde el tráfico se convierte en un ir y venir continuo de problemas que hacen que durante 24 horas no tengas tiempo para pensar en los tuyos. En el Centro de Salud todo es distinto: en la trinchera climatizada que es esa sala de estudio a modo de Biblioteca, uno espera durante toda una tarde a que el teléfono suene y reciba la señal de que un paciente ha llegado a la Consulta 20, ese coso donde uno puede coger el capote y lidiar peleas y problemas varios, que suelen venir con las manos bien juntas y con una pareja del cuerpo Nacional de Policía a modo de escolta.

En ese debut casero, la Guardia fue de las buenas; la tarde del cierre de Julio tan sólo tuvo tres visitantes, todos ellos de causas menores, y sin la responsabilidad que azota continuamente en el Hospital de referencia. El Centro de Salud es el nexo de unión, el filtro primario e imprescindible, ese paso previo que te da la tranquilidad de no tener que actuar de manera precipitada, ya que ante la duda siempre habrá una ambulancia a la puerta del Centro, y un R1 en las Urgencias del Carlos Haya, que con su mejor cara, esperará un puro venido de uno de los muchos Ambulatorios de una Málaga, cuna de esta nueva hornada, que poco a poco va quemando etapas, sin prisa pero sin pausa

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