(14 Abril ´11)
Cuando el reloj marque las 19:30h de este sábado de Mayo, el agua bautismal abnegará tu poblada cabellera oscura. A buen seguro responderás con una de tus eternas e inolvidables carcajadas, con esa particular visión de ver la vida con la que afrontas tus estrenados día a día.
Allí estaremos, frente a la pila bautismal, vecino y vecino, amigo y amigo, sobrino y tito. Tú con tu estrenada inocencia, yo con mi inaugural responsabilidad de padrino.
Hay cosas en la vida que no se eligen, te tropiezas con ellas como si fueran un accidente. Yo me apellido Toral Sánchez y eso trajo consigo tener un padre y una madre, una hermana, unos tíos… una familia a la que querer, a la que formar, a la que llegar para sumar… Tú te apellidas Bautista Jauregui. Yo tengo ADN español, el tuyo raíces peruanas pese a nacer en Úbeda. Pero pese a lo equidistantes que puedan parecer nuestros caminos bien podrías ser un Toral Sánchez, o yo un Bautista Jauregui, porque al igual que mi familia impuesta, un día tus padres aparecieron “de la nada” para no marcharse jamás, demostrando que se puede ser familia sin compartir genes, sin necesidad de infancias ni estíos al unísono. Derribando estúpidos tópicos, desafiando a las leyes de la naturaleza, venciendo al desafío del crono. Su amistad sincera, su amor incondicional, su eterna disposición, su sonrisa pese al mal tiempo, su larga escucha, sus consejos, su amistad incondicional… su cúmulo de virtudes que le han hecho ser hermanos.
Y también llegó Aylin, la niña de mis ojos, ese fenómeno por torbellino que tienes como hermana. Con su gracejo, con su guiño de ojos miopes, con su inocente sonrisa, con su dialecto que mezcla el ubedí con el peruano, con esos inmensos ojos azabache, con su deje de princesita de cuento, con sus abrazos sinceros, con sus tiernos besos, con ese tito hablado que hace bailar los sentidos…
Sentimientos que desafían a la lógica, que no entienden de fronteras ni nacionalidades. Emociones que encontraron su culmen aquel 4 de Octubre de 2010 cuando en el paritorio del Hospital fui testigo en primera persona de tu irrupción en este mundo. Con tu vigoroso llanto, con una cabellera inusual para un recién nacido, con ese escroto hiperpigmentado, con esa barriguita en forma de semiluna, con esa succión tan violenta que devoraba biberones desde primera hora. Te miro y veo reflejada la viva imagen de la felicidad. Con esa sonrisa tan pura que contagia, con esos guiños, con esa nariz chata que arrugas ante tanta risa, con todo lo que das sea cual sea la envergadura de lo recibido.
Nadie puede asegurarte un futuro idílico. Nubarrones otean el horizonte, pero al final siempre sale el sol. Vivamos el día a día pese a estar separados por el dichoso kilometraje que separa Úbeda de Málaga. No hay distancia entre el corazón de dos personas que se quieren, y yo, como padrino, pero sobre todo como tito aprovecho esta entrada para hacer un juramento de estar a tu lado siempre que pueda, sin condiciones.
Espero que la vida te devuelva la eterna sonrisa con la que le premias constantemente y que te de todo lo que te mereces y os merecéis
Tu vecino, tu tito, tu padrino que te quiere
No hay que dejar de reconocer que me gusta mucho lo que has escrito con ese gran corazón que has dejado aflorar en tus palabras, sed felices.
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