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viernes, 1 de marzo de 2013

#NoalCascoObligatorioConBici


Hace unos semanas me chocaba un mail recibido en la bandeja de entrada, más que por el destinatario en sí, por el contenido del mismo que difería inicialmente de las ideas preconcebidas que de él y del tema tenía.

Que Internet se ha convertido en el invento más relevante y poderoso de la historia reciente de la humanidad es un logro que nadie puede rebatir. Desde que Gutenberg inventara la imprenta, es posible que la sociedad no hubiera avanzado tanto: la conquista del mundo 2.0, la eclosión de las redes sociales, el poder de la información compartida que se propaga como un virus dando voz al silencio de delincuentes y forajidos pillados infraganti, la información en directo a lo Big Brother, el poder de los blogers que hacen periodismo sin corsés de periódicos politizados y sectoriales…

El nuevo mundo de las tecnologías, con sus detractores y defensores, ofrece una oportunidad al mundo que antes no existía. Ahora se puede comenzar una Guerra Civil o Mundial con tan sólo hacer clip; lejos quedaron los panfletos al aire tirados por una juventud perseguida por los policía a caballo, o los mensajes de aves mensajeras que avistaban feudos y castillos. Se puede comunicar, informar, reír y llorar desde el ordenador de mesa, la tablets o el dispositivo móvil (recientemente leí que hay más sofisticación tecnológica en un terminal BlackBerry que en lo utilizado para la primera expedición del hombre a la Luna). Se puede jugar, encontrar trabajo e incluso al amor de tu vida, comprar o vender. Y también se puede intentar hacer de este mundo un lugar más justo, seguro y habitable.
Atendiendo a éste último propósito, últimamente han surgido plataformas que ofrecen la posibilidad de recogida de firmas, con una repercusión social y mediática en la que un particular se puede elevar a #trendingtopic. Quizás una de estas movilizaciones más multitudinarias se haya conseguido con más del millón de firmas virtuales recogidas para exigir la dimisión de Rajoy tras la patata caliente que ha estallado tras los papeles de Bárcenas.

Y fue una de esas solicitudes de recogida de firmas la que ese día llegó a mi bandeja de entrada: “#NOalCascoObligatorioConBici”. Y su remitente era un ferviente deportista, que lo mismo te corre el kilómetro a ritmo keniata, que se zambulle en el agua a lo David Meca o recorre y corona cimas con su bicicleta de montaña…
Me costó un rato asimilar la relación destinatario-mensaje ya que de siempre tengo asociado e interiorizado ponerme el casco cuando me monto en la bici, ya sea para escalar los Montes de Málaga o para estirar los músculos a nivel del mar en el paseo marítimo en un saliente de guardia. Es algo mecánico que no pienso, como hago cuando me pongo el cinturón de seguridad nada más que me monto en el coche, aunque el trayecto sea de la casa a la panadería a la vuelta de la esquina.

Antes de leer los motivos que defendía dicho manifiesto le mandé un mail indicándole mi sorpresa. Lo hacía quizás estigmatizado por la famosa canción de “Ponte el cinturón” retumbando en mis oídos y le dejé claro mi postura inicial de que no iba a firmar dicho escrito, ya que creo que el casco, aunque poco estético e incómodo, es útil para la seguridad del ciclista urbano.

No tardé mucho en descubrir que estaba ante un dardo envenenado, una falsa verdad del gobierno de turno, un matiz supresor de libertades y derechos, que en esta ocasión iba en contra de los locos que intentan aportar su granito de arena tanto a la salud del ecosistema como del suyo propio trasladándose dentro de la ciudad en su bici, casi nunca en las condiciones necesarias y exigibles a las autoridades públicas.

Una medida a priori popular y a favor de sus beneficiaros que se convierten en víctimas, que encuentran impedimentos y motivos para dejar de trasladarse en bici; que verán como el Gobierno deja de construir carriles para ellos, que comprobarán impotentes como una vez más nos alejamos de nuestros vecinos civilizados de Europa a los que nos separan tan solo kilómetros geográficos pero galaxias en la esfera del raciocinio. La cultura de la bicicleta dentro de la ciudad, los parkings poblados por las dos ruedas, la gente que respeta carriles y sentidos, un estímulo para vencer al sedentarismo que nada bueno lleva asociado. Y ver como desde tu propia casa intentar echar tierras a tu propio tejado con estas mentiras maquilladas que a mí, ciclista esporádico, me habían llegado a colar en un principio.

Esta demostrado que lo más efectivo para prevenir siniestralidad y accidentes en los ciclistas urbanos es fomentar que haya un mayor número de personas que se desplacen en bicicleta, siendo la obligatoriedad del casco una medida científicamente demostrado, disuasoria de este fin. ¿De verdad vamos a ponerle diques al mar?

DESVENTAJAS A TENER EN CUENTA:
1. No es tan eficaz como medida de seguridad vial, como sí los son: un tráfico más calmado (a través de vías ciclistas específicas, calles y zonas 30) y una mayor precaución por parte de los conductores de coche, respetando la distancia de seguridad (ambos como consecuencia de una mayor presencia de las bicicletas y de campañas de concienciación).



2. Constituye una medida disuasoria del uso de la bicicleta como medio de transporte urbano. El uso de la bicicleta mejora la salud de quienes la usan, pero también del resto de habitantes de la ciudad: disminuye las emisiones contaminantes, fluidifica el tráfico y reduce el nivel de ruidos. Por tanto, debería incentivarse el uso de la bicicleta en entornos urbanos, en beneficio de todos.



3. Dificulta la implantación de sistemas de transporte público individual, como la bicicleta pública.



4. El uso del casco ciclista es un debate superado en el resto de países europeos (Holanda, Dinamarca, Alemania...) que son ya un referente del uso la bicicleta. En Australia y Nueva Zelanda, países donde sí llegó a ser obligatorio, la implantación del casco hizo caer el uso de la bicicleta y no aportó mejoras significativas en la seguridad de los ciclistas.

Estos son algunos estudios científicos y publicaciones que acreditan lo dicho anteriormente:
- Do enforced bicycle helmet laws improve public health?BMJ
- Head injuries and bicycle helmet laws;Accident Analysis & Prevention, Volume 28, Issue 4, July 1996, Pages 463–475
- Safety in numbers in Australia: more walkers and
bicyclists, safer walking and bicycling;Health Promotion Journal of Australia 2005 : 16
- Existe un compendio de la literatura médica al respecto, a favor y en contra, elaborado por laBicycle Helmet Research Foundation.


Dejo el enlace del manifiesto. Si al igual que yo has cambiado de opinión tras lo leído, pásate y deja tu sello. Seremos una simple gota en medio de la inmensidad del océano, pero gota a gota se forman mareas, tsunamis…

Firma el manifiesto


Posdata: esta entrada está escrita con toda mi admiración a Antonio Bordallo, que intenta enderezar renglones torcidos de Dios.


Y si no te fías de lo leído, adjunto a continuación bibliografía consultada sobre el tema:

“El respeto a los ciclistas aumenta con el número de bicis que hay en la ciudad”,
Hudson (urbanista), 1978
…Dado que la obligatoriedad del casco disminuye drásticamente el número de ciclistas, su aplicación hace que los pedaleantes, al ser menos, sean más vulnerables. Por otro lado, la falta de ejercicio y la contaminación sesgan más vidas que los accidentes en bici sin casco…

When Australia introduced mandatory cycle helmet law. Bicycle usage dropped by 30%. 
Robinson DL. Safety in numbers in Australia: more walkers and bicyclists, safer walking and bicycling. Health Promotion Journal of Australia, 2005;16:47-51




Ninguno de los países centroeuropeos, con más experiencia en bici, ha legislado en esta dirección; de hecho en el mundo solo un par de países obligan al uso del casco en ciudad. Si se llega a aprobar, habrá menos bicis en las ciudades. Y eso, además de nefasto para la movilidad, sí que aumentará  la siniestralidad ciclista. Europa para unas cosas, política irreflexiva para otras.