Pues llevo ya dos meses rotando por Salud Mental y es la primera vez que escribo al respecto. Tenía varias cosas en el tintero y entre vacaciones, procesiones y viajes me ha sido imposible hablar sobre las primeras impresiones de esta rotación.
Dos meses que dan para escuchar a esos “renglones torcidos de Dios” (gran libro que recomiendo de Torcuato Luca de Tena) en la figura de pacientes psicóticos, bipolares, maniacos, depresivos…enfermos en definitiva. Más adelante tengo pensado hacer una entrada donde abordar la ansiedad, la depresión (en este periplo hasta he dado una charla en Granada sobre ella), la esquizofrenia y el trastorno bipolar que son las patologías que más veo en el día a día de las consultas.
Cuando uno está de parapeto al otro lado de la mesa de la consulta junto al psiquiatra de referencia, te das cuenta que el mundo está loco, enfermo, raquítico. Tantos problemas, tan pocas soluciones, cuánta melancolía, tanta desesperanza, cuánta injusticia, cuanta maldad, qué esperpento… y te das cuenta de lo “afortunado” que eres por tu estabilidad emocional aunque cuesta saber dónde y quién marca está normalidad.
En ocasiones tras escuchar a uno de esos depresivos que van a consulta diciéndote sin tapujos y sinceramente que lo único que esperan en esta vida es morirse, a uno le dan ganas de ponerse a llorar con él. Hay personas desgraciadas (suena mal, pero es así), a las que la vida les pone demasiadas trabas. Abusos, injusticias, vejaciones, soledad… personas en las que Murphy parece hincar su diente como si de un buitre en busca de carroña se tratase. Otras en cambio van con trivialidades que su personalidad predeterminada le evoca en un cuadro de Salud Mental.
El caso que en estos dos meses más que como médico me he sentido como un pañuelo donde la gente poder verter parte de sus lágrimas, iones sódicos que son la punta de un iceberg que se manifiesta en la consulta, en la que poco más que intentar ajustar medicación y potenciar los aspectos positivos de la vida de las personas (todos tenemos algo positivo aunque no lo veamos), y ser un hombro amigo en el que aunque sea durante los 25 minutos que dura la consulta poder descansar.
Qué complejo es tratar con el alma…
Bonita apreciación de nuestros queridos pacientes! y de nuestro trato con ellos, jeje
ResponderEliminarA veces el tan solo sentirse escuchados es el mejor de los tratamientos. Este mundo frenético en el que vivimos y en el que tiempo es tan preciado se ha olvidado de escuchar, nos ha dejado sordos y ciegos.Las enfermedades del alma son complejas.
ResponderEliminarTe felicito por tu blog.
Esta muy bien Juan.........creo que eres un psiquiatra en potencia.........jeje..............
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