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martes, 15 de diciembre de 2009

Reducción de hombro: explorando tierras vírgenes


De 3 a 4 de la madrugada, en el Hospital Civil se encienden las luces de emergencia ante el vacío en el que se encuentra el R1 de turno, que suele lidiar con borrachos, agresiones, atestados de la Policía Nacional… un compendio de emociones fuertes digno de ser impartido en un Máster.

Y es que la Guardia de ayer fue sin duda provechosa, no por la dificultad de los casos que llegaron a la Consulta 2 del Civil, sino por ir quemando etapas, y es que cada día, sin darnos cuenta se producen mínimos avances, emulando el movimiento de la tierra sobre unos astros que se rigen con una exactitud propia de relojería suiza. Caótico es que el programa informático que abastece a las Urgencias de dicho Hospital se vaya durante una hora, sin poder ver pacientes, con horas de espera que se alargaban, ante el cabreo de propios y extraños, de pacientes y también de unos médicos que vimos como la tarde se nos complicaba sin poder decir aquello de que esta boca es mía

Tras una tarde turbulenta, a eso cuándo los presentadores de telediario suelen copar las televisiones, uno consiguió aplacar los problemas, los errores informáticos, la espera y la ansiedad que genera el ver como las cosas externas a ti fallan complicando un trabajo ya de por sí complicado.

Pero sin duda, la Guardia de este 14 de Diciembre será recordada por mi primera misión propia de los cirujanos barberos de antaño, gracias a una reducción de una luxación anterior de hombro derecho, mi virginal debut en eso de a lo que reducir articulaciones se refiere.

Y es que el residente debe de ser una esponja y tiene que estar siempre dispuesto a aprender, ya que a fin de cuentas el placer del conocimiento es razón suficiente para estudiar. Hay que reconocer que en muchas ocasiones tengo algún varonil aparato a modo de corbata, como ocurrió anoche a eso de las 3:50h de la madrugada, a las puertas para dar el relevo y a falta de 10 minutos llegaba una paciente de la que la radiografía confirmó su pronóstico, ya que no era la primera vez que “se le salía” el hombro. Cuando uno se ve sólo, ante una maniobra que jamás había hecho, que jamás había tenido noticias suyas, la verdad es que dan ganar de coger los bártulos, meterte en la cama y decir aquello de si te he visto no me acuerdo, pero la ocasión merecía el esfuerzo. El Adjunto fue preciso, lacónico pero docente:

- Maniobra de Kocher
- ¿Maniobra de quién?¿Eso cómo se hace?

No hubo respuesta hablada. Tras unos segundos de tensa espera, Jose Antonio volvía con un libro de traumatología abierto por la página en la que se explicaba dicha maniobra, con el único objetivo de estudiármela y realizarla en vivo y directo, en esa escuela que son las Urgencias, el Bronx de la Medicina. Así que allí estaba servidor, a las 4 de la mañana, estudiando un libro, para ejercer de artesano y colocar una articulación que entró a la primera, como recompensa en lo que parecía un premio para que mi inexperiencia no se viera castigada en su amor propio, ante mi alivio por sentir el propio alivia de una paciente que dejó de sentir dolor, y ante el guiño de la nueva radiografía en donde se confirmaba que todo volvía al lugar del que nunca debió salir.

Si luchas puedes perder, pero si no lo haces estar perdido. Muchas eran las opciones que lo de ayer no se hubiera reducido bien, teniendo que dilatar el sufrimiento de una paciente que recibió como una bendición la ciencia hecha maniobra en un discípulo verde que ya nunca olvidará como reducir un hombro, al que antes temía, pero al que ahora es capaz de mirarle a la cara

Un día provechoso como hacía prever el desayuno inicial. Seguimos creciendo… dando palos de ciego
Teoría Maniobra de Kocher (para los que quieran poder solucionar un posible aprieto)

Pretende movilizar la cabeza del húmero haciéndola seguir una trayectoria inversa a la que describió al luxarse; si se pone atención en el desplazamiento de la cabeza en cada una de las distintas etapas de la maniobra de reducción, se verá que con la tracción, rotación externa, aducción del brazo y por último, con la rotación interna, se ha hecho seguir a la cabeza humeral, en sentido inverso, el mismo camino que siguió al luxarse.
Las maniobras deben ser extremadamente suaves, sostenidas, sin violencia alguna, a tal extremo que es la maniobra más adecuada para reducir la luxación sin recurrir a la anestesia general.

Técnica
1.Enfermo acostado, codo flectado en 90º.
2.Hombro en el borde mismo o un poco por fuera del borde de la camilla.
3.Tracción sostenida, manteniendo el brazo en ligera abducción.
4.Manteniendo la tracción, hacer rotación externa del brazo, en forma muy suave, firme y sostenida, hasta llegar a los 80° (casi al plano de la camilla).Es el momento más peligroso de la maniobra. Si la cabeza del húmero no está libre, si hay fuerte contractura muscular, si hay dolor y si la maniobra es descontrolada y violenta, la fractura del cuello del húmero es inminente.
5.Siempre manteniendo la tracción y la rotación externa, llevar el codo hacia adentro (aducción del brazo) y adelante, de modo de colocarlo en un punto cerca de la línea media, sobre el hemitórax; con esto se desplaza la cabeza humeral hacia afuera y la enfrenta a la glenoides y la deja frente a la brecha capsular.
6.Rotar el brazo hacia adentro (circunducción) y colocar la mano del enfermo sobre el hombro del lado opuesto.Generalmente es en este momento cuando la cabeza se introduce en la cavidad articular, a través de la brecha articular.

De inmediato, el operador siente un pequeño impacto de la cabeza al entrar en su cavidad; los relieves normales del hombro se recuperan; desaparece la cabeza en el surco deltopectoral, y ahora es posible palparla bajo el acromion. Los movimientos del hombro son normales