Recuerdo
aquella noche de un lejano sábado 9 de Noviembre de 2008. Mis amigos y yo
asistíamos a nuestra cita semanal para ver los partidos del Real Madrid en
Úbeda. Yo estaba estudiando en esa época en Granada y mis compañeros de cerveza
y partido lo hacían en Málaga, precisamente el rival que acudía (muchos creían)
a la trituradora situada en pleno paseo de la Castellana. El Málaga sorprendía
con un fútbol vistoso a propios y extraños y llegó incluso a ir ganando 2-3
para sucumbir al final 4-3 en una actuación prodigiosa de Higuaín. Agustín,
compañero de aventuras y desventuras y madridista hasta la médula dio un grito
ensordecedor tras el 1-2 de Baha. Incrédulo lo miré, sin entender lo que
acababa de suceder.
-
El Málaga es muy grande- cerró a modo de excusa.
Él estaba estudiando en la capital de la Costa del Sol y llevaba un año siendo
socio.
La
vida que da muchas vueltas ha hecho que el malagueño de adopción esté en Japón
ganando el pan que aquí tan mal le pagaban y yo, ubetense de nacimiento,
madridista de corazón, y malagueño de adopción llevo en Málaga desde hace poco
más de tres años y esta será mi cuarta temporada como socio.
La
euforia de la proeza y el entusiasmo desbordado, el zarandeo al aire del espigado goleador en su despedida, el capote de Joaquín y la
algarabía de una ciudad que pasaba de patito feo, de cisne negro y de alumno
del montón al Olimpo de los elegidos, a la sonrisa bucólica que dibujan los
acordes de la Champions League. Un equipo, una afición, una Club al que la historia
a modo de jeques e inversiones inyectadas en el oro del petróleo parecían haber
hecho un guiño.
La
sonrisa desbordada que pasó a risa nerviosa a medida que el run-run continuo azotaba los aledaños de
la Rosaleda. La rumorología varia de Al-Thanis refugiados en sus mansiones. La
misteriosa espantada de Fernando Hierro. El temor convertido en pesadilla, el
copar titulares inesperados a pocos días de la histórica fase previa de
Champions.
Ya
no se ficha, se vende. Ya no se ilusiona, se marchita. Yo no se invierte, se
despuebla. La prensa central parece relamerse de nuestras heridas como buitres
a la espera de colocar por imposición al Atlético de Madrid en un puesto que no
ganó el año pasado en los terrenos de juego. Y mientras tanto, regueros de
tinta: invitaciones a dimitir, estrellas rutilantes que se marchan a precio
cero, directivos zarandeados y jugadores tan perdidos como la masa social que
los admira, idolatra y critica con rigurosa bipolaridad.
Y
los focos buscan al hombre silencioso, al jeque apocalíptico, con su turbante y
su maletín sin fondo de dinero que parece haber cerrado el grifo:
-
"Haré un
estadio para 65.000 espectadores".
-
"No tenemos
tope, pero este proyecto va más allá del dinero".
-
"Sueño con
llevar al Málaga algún día a la Champions League".
-
"Que sepa
todo el mundo que el Mundial de Catar de 2022 también será el Mundial de España
y de Málaga".
-
"Estamos
muy cerca de adquirir unos terrenos para el estadio y para construir una Ciudad
Deportiva con diez campos de fútbol de un tamaño de 120.000 metros cuadrados”
-
"El dinero
que empleamos procede del Grupo NAS y con eso no habrá problemas
financieros".
-
"Pellegrini es el hombre adecuado".
-
"Tenemos
intereses estratégicos en Málaga y en la Costa del Sol".
-
"Que la
afición esté tranquila. Nunca voy a abandonar al Málaga".
Palabras
que en Noviembre de 2010 fueron dichas por el sheikh Abdullah Bin Nasser
Al-Thani y que ahora no son más que el sueño de una noche de verano, un canto
al sol, el bonito recuerdo de lo que pudimos ser y fuimos y que ahora perdemos.
Existe
vida más allá del dudoso rigor de la prensa deportiva de Madrid. He leído
mucho, aprendido y sufrido con las publicaciones de los medios locales. El
jeque, millonario entre millonarios no ha forjado su fortuna a base de actos de
beneficencia y de negocios sin estudios de mercado previos. La Costa del Sol
era el caramelo perfecto y el fútbol el gancho ideal para hacer de flautista de
Hamelin y llevarse detrás de él a todas las “ratas” que en ocasiones quizás nos
levantamos para aplaudirlo en las pocas apariciones que hizo el santuario de La
Rosaleda. Pero las instituciones no han cedido ante el capital ajeno, los
terrenos prometidos en el puerto de Marbella y Arrajainal han sido denegados y
el Sheikn y su séquito parecen decididos a recoger sus pertenencias y arrasar
como un elefante en una chatarrería.
No
se puede hablar de justicia divina, ni en honor, Alá o Mahoma. Él ha puesto el
dinero, él ha jugado sus cartas, él se puede estar marcando un farol, pero lo
que está claro es que en esta partida de naipes, el castillo llamado Málaga CF
se desangra, pierde credibilidad, se hiere de muerte, agoniza y amenaza en
convertir la temporada más ilusionante de su historia en la casa de los
horrores.
Al-Thani
no conoció a Miguelí ni a Manolo Canillas; no cantaba los goles de Vilanova y
Requejo; no se entusiasmó con la raza de Roteta ni el perfume que emanaban las
botas de Sandro; no vibró con ascensos de la nada; no coreó las paradas de
Fernando Peralta; ni soñó con ser grande mientras le hacía una manita al
Barcelona o viajaba descarado por Europa tras ganar la Intertoto.
Yo
tampoco he visto nada de eso en directo. Sufrí mis dos primeros años de socio
con el fútbol raquítico pero cumplidor de Muñiz, festejé la permanencia sobre
la bocina, viví el esperpéntico y efímero proyecto de Jesualdo Ferreira, esperé
expectante los dudosos pasos del ingeniero
Pellegrini y me entusiasmé a medida que el Málaga ganaba batallas hasta llegar
a donde nadie esperaba y tan pocos habían conseguido antes, la Champions.
Algunos dirán que tres temporadas son pocas, pero para mí han sido suficientes
para entender y contagiarme de la grandeza de un club pequeño, un club que es
de toda una ciudad acogedora que se merece a este equipo.
Pase
lo que pase, se vaya quién se vaya, venga a quién no se espera, ahora más que
nunca, te quiero Málaga.
No he podido contener las lagrimas. Lo has entendido todo. Un abrazo
ResponderEliminarEl MÁLAGA es un sentimiento
Si señor, artículo digno de los mejores columnistas. Tu equipo y tu ciudad de adopcion, deberian tomar buena nota del sentimiento que tan bien has expresado porque con esa actitud, nunca nos hundiremos, siempre saldremos adelante.
ResponderEliminarEmocionado por tus palabras y orgulloso de conocerte Juan. Un abrazo
MAGNÍFICO! Ser malaguista no es nacer en Málaga y abonarse para ver el futbol y a los grandes de forma garantizada. Ser malaguista significa querer unos colores jueguen donde jueguen, ya sea por Europa o en campos de albero... Eso es ser Malaguista. Y tu, amigo, si sientes lo que has escrito, eres de la familia! Y yo que me alegro!
ResponderEliminarAmigo te felicio...eso es el sentimiento malaguista
ResponderEliminarMágnífico amigo, realmente magnífico
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