(escrito el 4 de junio de 2009)
Algún día me informaré minuciosamente de la Industria Farmacéutica, un coloso callado capaz de mover con sus hilos invisibles una cuantía económica que por lo inesperado de su montante da miedo.
Llevo ya dos semanas “trabajando” en el Centro de Salud, y a diario se reciben las efusivas visitas de los comerciales de los distintos laboratorios de turno que con su pomposidad y buenas formas, bajo esos trajes impolutos y una sonrisa de anuncio, intentan vender unos productos que en todos los casos parecen ser innovadores, milagrosos, un prodigio al servicio de la humanidad.
Tras acumular en este escaso tiempo todo un material que da para montar una librería, en la que se acumulan libros, libretas, bolígrafos, cuadernos y hasta un protector para el bolsillo de la bata, sin duda, la invitación de este jueves ha sido la más fastuosa y de categoría, una prostitución en toda regla a la que es muy complicado (en mi caso, por lo novedoso, imposible) decir NO. Y es que la tentación puede más que la cordura, y cuando a uno lo invitan a un recinto idílico donde el paraíso parece hacerse terrenal, rodeado de corbatas y celebridades de la materia, uno queda cegado por los destellos del glamour de la yet set farmacéutica, que con su red de lujo teje una maraña de la que no puedes escapar.
Más que una charla, fue un evento, una reunión donde tras una exposición de hora y media sobre el fármaco en cuestión, se dio paso al desenfreno de la bebida, a unos suculentos 25 entrantes donde el caviar se codeó con langostinos, ibéricos y demás productos que hacían lubricar, como a los perros de Pavlov, a los paladares ávidos de orgasmos culinarios. Unos entrantes amenizados por sus correspondientes y elitistas postres que podían ser acompañados con una copa en la mano. Todo un derroche al alcance de ese grupo de elegidos, que directa o indirectamente nos encontrábamos en la Hacienda del Álamo
La majestuosidad de los árboles no deben impedir contemplar la belleza de un bosque. Lícito o no, si algo me quedó claro en la noche de este jueves, es que el Manidipino, fármaco antihipertensivo es bueno, y mucho más con el estómago lleno
"La moral es la higiene del alma"
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