(16 Enero ´13)
Debo
de reconocer que era una espinita clavada, como cuando eres joven y te gusta la
niña de turno y no paras hasta conseguir que te haga caso. Llevaba años
marcando los 16 de Enero en rojo en
el calendario, pero siempre por un motivo u otro el plan se cortocircuitaba.
Tan
jiennense de Úbeda como soy, granadino de formación, malagueño de profesión y
runner de vocación, tenía como uno de mis objetivos correr, sufrir y disfrutar
la popular Carrera de San Antón de Jaén
y éste, por fin era el año para llevar a cabo un marathoniano viaje desde
Málaga con parada en Granada para llegar a Jaén activando el modo barco en el
coche, con carrera de 9 km 600 metros bajo el diluvio universal que dio lustre
a la heroica dedicación de los más de 4000 valientes que nos citamos bajo la
manta de agua que marcó el recorrido, que sin embargo, fue incapaz de apagar
las hogueras que dan luz a la ciudad de medias tintas que es Jaén, las
antorchas de un público entregado con manos ocupadas entre paraguas y la fogata
del hachón, los gritos, los jaleos de una ciudad que en noches como las de San
Antón se siente importante.
El
aguacero caído del cielo, el mar de pisadas y zancadas que abnegaban avenidas y
callejuelas, el ser parte de la marea de San Antón de la que tanto había
escuchado en lo que quedó confirmado en un amor a primera vista. La alegría de
coincidir con conocidos, amigos y familiares; la satisfacción de ver el
bautismo de nuevos runners que le pierden el miedo al sudor y la superación. La
batalla de 46 minutos y 8 segundos
que invertí para recorrer los 9.600 metros en el vaivén de cuestas de la ciudad
del lagarto, el aceite y el ni “pollas”.
El sacrificio pese a saber que nunca vas a ganar, la locura que te hace
desnudarte en el parking de un supermercado mientras te secas y te cambias de
ropa, el agotador viaje de vuelta a casa, el acostarte a las 2:30 aM tan
cansado que no puedes dormir, mientras relames la lluvia que aún crees que
azota tu cara; el levantarte el día siguiente sin apenas haber dormido, sin
llevar la medalla que te dieron al cruzar la meta pero sintiéndote campeón de
la imaginaria competición que emprendes contigo mismo cuando decides retarte
día a día, que en pruebas como la de San Antón hacen del deporte un arte, y de
los que corrimos bajo el aguacero, artistas.
Una
carrera que arranca el calendario de retos deportivos que se me plantean en
este 2013: Media Marathon Torremolinos, Málaga, carrera Sansi de Úbeda,
Marathon de Madrid, la reválida del 101 de Ronda…
En el bautismo (nunca mejor dicho) de Justo, Tamara y Nico en el mundo del runner |
El que llega último en una carrera le gana a
todos los que no se atreven ni a intentarlo”
POSDATA: perfecta la organización y la carrera, pero de cara a los “forasteros” como yo, se agradecería una mejor señalización de los kilómetros para saber dónde está la meta, donde el final de nuestro objetivo para así poder dosificar el sufrimiento; y un mejor acceso a la meta para contabilizar los tiempos y no queden sesgado por el embudo que se forma y la espera hasta que avanzar los 300 metros que separan la meta del punto de control de dorsales
No hay mejor persona que pueda definir el sentir de un runner, y especialmente de esta carrera!Un gran compañero (y primo) de fatigas!
ResponderEliminarEnhorabuena, Juan!
ResponderEliminarLa he corrido 2 veces pero este año me era imposible, el año que viene espero poder estar alli
ResponderEliminarQue grande eres, Juan. Soy Justo.
ResponderEliminarTú si que eres grande. Me tienes que devolver la visita atlética y venirte el 17 de Febrero a Úbeda a correr los 5 kms!
ResponderEliminarYeahhh! Buen articulo ;)
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