(escrito el 16 de Julio de 2009)
El Centro de Salud es ese gran desconocido; esa industria que para muchos se limita a recetar y dar bajas laborales, tiene en su abanico de Servicios una amplia gama de oportunidades. Tras muchos días poniendo Implantes (un novedoso método anticonceptivo que algún día desplegaré en un artículo), control de embarazos y citologías, hoy tocaba el turno de romper la rutina de pacientes y enfermedades haciendo un break con Cirugía Menor.
El Centro de Salud es ese gran desconocido; esa industria que para muchos se limita a recetar y dar bajas laborales, tiene en su abanico de Servicios una amplia gama de oportunidades. Tras muchos días poniendo Implantes (un novedoso método anticonceptivo que algún día desplegaré en un artículo), control de embarazos y citologías, hoy tocaba el turno de romper la rutina de pacientes y enfermedades haciendo un break con Cirugía Menor.
Un mini quirófano a pie de calle donde lunares, verrugas y uñas son el pan nuestro de cada día, y permiten hacer bricolaje médico y quitar el gusanillo de un posible cirujano frustrado. Anestesia, bisturí eléctrico… para desmitificar a un gremio tan oscuro e inalcanzable como es el de los cirujanos, esos virtuosos que juegan con la vida de las personas entre la asepsia del quirófano.
Tras debutar y quemar algún que otro lunar y cortar unas cuantas verrugas solares, llegaba el turno de pasar por el taller a servidor y aprovechar los Servicios del Ambulatorio e iniciarme en el arte del culto al cuerpo, ese hobby del que personajes como la Obregón son asiduos clientes. Como todavía el botox no me hace falta, era el turno de comenzar quitando una molesta verruga a nivel umbilical, y oler por momentos a carne quemada, ese olor tan típico del bisturí eléctrico, que hace rememorar esas horas de prácticas como espectadores a pie de quirófano, intentando coger un sitio privilegiado para ver la destreza y el arte de unos más artistas que médicos.
Como hay que cundir con el ejemplo, hoy he sido paciente por unos minutos; y es que no es bueno olvidar de dónde venimos para saber dónde queremos ir
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