(24 Septiembre ´12)
El
pasado lunes la vida nos regaló, tanto en primera persona del plural como del
singular uno de esos momentos mágicos que hacen que todos los problemas que
acechan se conviertan en simples anécdotas.
Una
llamada telefónica en plena madrugada fue el preludio del maremoto de emociones
que nos empaparían hasta los huesos en
esa jornada de lunes de final de verano. La voz entrecortada por emoción
y responsabilidad del papá al otro lado del teléfono: “Venid que Carmen ha roto
aguas”. El comprobar intentando ubicarte la hora y la fecha del calendario:
faltan aún tres semanas para el día estimado pero Aitana parece que tiene prisa
por estar con nosotros; el coger el coche y aprovechar el desierto en el que se
convierten las calles de Úbeda a esas horas para llegar lo antes posible a casa
de tu hermana que te recibe con una sonrisa nerviosa mientras tu cuñado fuma
sus nervios. El recoger las provisiones para lo que deseas un ingreso
hospitalario corto y con final feliz y el marcharte mirando por última vez al
“solitario” Javier que duerme en su trono ajeno a los cambios inminentes que
están apunto de producirse y hacerle (aún) mejor persona.
La
calma tensa de espera hospitalaria, el ver amanecer sin tener apenas noticias
al otro lado de paritorios. El cambio de turno y la llegada al trabajo de
enfermeras que te conocen y te hacen el favor de darte un pijama para entrar a
paritorios y hacerte creer actor de esta bella película del milagro de la vida.
Las conversaciones que llenan silencios tensos de preocupación y de repente,
las contracciones que se hacen inminentes, violentas, próximas…
Y
durante 15 minutos en una nube celestial a ritmo de contracciones, esfuerzos y
nervios, la cabezita de Aitana que asoma con un collar a modo de vuelta de cordón.
Su cuerpecito que por fin se descuelga del cómodo hogar en el que ha estado 8
meses. Los segundos eternos en que no lloras mientras te ponen sobre el vientre
de mi hermana y mi cuñado con esa sonrisa imborrable que no olvidaré.
Y de
repente, tu llanto entrecortado, como si te diera vergüenza llorar para avisar
de que ya estabas aquí, de que cualquier esfuerzo imaginativo hubiera sido
estéril con el fin de dibujar tu belleza con carácter anticipatorio. Tu densa y
pegada cabellera, tu cuerpo aceitoso que te dibujaba un aspecto fantasmal, tus
ojos azabache rasgados que conquistarán
lo que te propongas y tu diminuto cuerpecito que se mueve en busca de
referencias.
Aitana,
la nueva reina de este reino de nuestras vidas, la eterna princesita. La
compañera de Javier y la nueva “Niña de mis ojos”. Te quiero, te queremos, que
seas todo lo feliz que te mereces en un mundo mucho mejor del que has
encontrado pero al que has dado luz.
Que bonito!!!! Enhorabuena a todos!!!! Un beso!
ResponderEliminar¡Muy bonita entrada Juan!Preciosa la peque
ResponderEliminarSin palabras me has dejado. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarSin palabras me has dejado. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarMenudo pelazo tiene tu princesita....Felicidades tito ;)
ResponderEliminarEnhorabuena...Un fuerte abrazo
ResponderEliminarotra princesita en el mundo!!!!
ResponderEliminarQue bonito!!! Me ha llegado a lo más hondo! Felicidades a todos nosotros!!!
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