(2-4 Diciembre ´11)
Llevo un tiempo en el que parece que este blog estuviera algo descuidado, y cuando hablo como hoy no es precisamente sobre Medicina, pero lejos de lo que pudiera parecer, el frenético ritmo de guardias y pacientes prosigue lenta pero imparablemente. Pero es que hay ocasiones, como esta, el evento deportivo del año que coge el testigo que dejé tras la final de Johannesburgo que merecen este alto en el camino a modo de entrada: la Final de la Copa Davis vivida en primera persona.
Nadal, siempre Nadal, el gran e inconmensurable icono de un país que ha crecido gracias a héroes como él. Gigante en un país de acomplejados históricos, de miedos pasados, de peligros inminentes que siempre terminaban devorándonos. El mástil de la bandera deportiva nacional que últimamente ondea victoriosa con asidua frecuencia. El orgullo de un país, la figura nacional, la raza, el pundonor, el brazo al viento con el puño cerrado, el consuelo ante el rival caído. Un tótem al que idolatrar y al que se valorará realmente cuando no esté
Ferrer, Ferru para los amigos. El héroe anónimo, siempre tras la inmensa sombra que proyecta Nadal, pero no por ello menos importante. La tenacidad, la garra, la constancia de un grande al que el mundo del tenis le debe aún muchas cosas pero que empezó a cobrar dividendos en el punto que dio en la eliminatoria ante ese gigante que es Del Potro en uno de esos partidos que deberían ser recordados y guardados en las hemerotecas para enseñaremos a cualquier niño que quiera ser tenista.
Feliciano López, el jugador español con mejor currículum en esta competición. El rostro de España que no será recordado por su último partido de dobles, sino por esa eliminatoria mágica en Mar del Plata donde jugó el mejor fin de semana tenístico de su vida y consiguió una presa que a priori parecía imposible.
Fernando Verdasco, el jugador que encandiló al planeta tenis en ese fulgurante Gran Slam en Australia, el mismo que junto a Nadal protagonizó una oda de partido en semifinales. El nervio de la Armada Invencible
Una generación irrepetible que este fin de semana en Sevilla ha puesto el punto y final a esta bella historia. Desenlace que tuve la suerte de vivir en primera persona. Ya podré presumir y contarle a mis nietos que yo vi jugar a un genio que se llamaba Nadal, que yo vi como Ferrer remontaba un partido imposible ante un grande como Del Potro que pese a jugar dos partidos perfectos sucumbió ante la pócima secreta del equipo español. Que yo cantaba, peluca al viento, que me desmelenaba desde las gradas, que parecía envolver la bola decisiva que jamás llegaré a disputar.
Un gran fin de semana, de grandes partidos, emociones, buena compañía y un recuerdo que quedará para siempre... Seguimos creciendo
Estimado: mi nombre es Marcelo Lettieri y soy el de la peluca de Argentina.
ResponderEliminarRealmente me emocioné mucho al ver y leer este blog.
Un abrazo grande y espero que la próxima sea nuestra.
Increible que hayas dado con este blog Marcelo. Un abrazo y dentro de poco seréis vosotros quién se tome la cena en ensaladera!!
ResponderEliminarUn abrazo al otro lado del charco