(Diciembre ´10- Febrero ´11)
Caprichos supersticiosos del azar, la rotación número 13 me deparaba el plato fuerte de las rotaciones hospitalarias para un residente en Medicina Familiar y Comunitaria: PEDIATRÍA.
Con sus tres meses en el “exilio” del Hospital Materno Infantil, alejado del resto de residentes que siguen su rutina diaria en el hospital, con un nuevo equipo de adjuntos y reside
ntes de especialidad que suelen ser un mundo por descubrir, con una nueva forma de trabajar en la que cambia totalmente la dinámica de ver y afrontar a los pacientes, con ese libro de Petete en el que viene la manera de ajustar la medicación más empleada a estas edades, con el aprendizaje forzoso de sinte
tizar (ya sea por el estudio o por ósmosis) las nociones básicas para defenderte en tu consulta particular del Hospital Pediátrico de España que hace más consultas al año, y sobre todo en plena epidemia infernal de bronquiolitis y posteriormente gripe, que han convertido este trimestre en una experiencia muy enriquecedora (docentemente hablando) pero agotadora a la vez.
Tres meses para cambiar la forma de tratar y sanar. Para dejar a un lado los impetuosos (y en ocasiones excesivos) esfuerzos terapéuticos donde a un paciente que acude a las Urgen
cias, con “suerte” se puede llevar las radiaciones de alguna radiografía (o varias) y de un TAC de dudosa indicación, algún pinchazo para administrar medicación y fármacos en demasía para
casa. La Pediatría es un arte en todos los sentidos, ya que más que curar con fármacos (que se ponen cuando están indicados) se cura sobretodo con la oratoria ante madres y abuelas desesperadas, ante padres primerizos o ante el miedo generalizado del que conocía a una conocida que conoció a una madre cuyo hijo había tenido una enfermedad mala tipo meningitis que es igual a la que presenta su hijo.
Tres meses que me han enseñado patologías con las que nunca había coincidido; que me han formado como médico y me han dado la cultura general que aún no tengo ante la falta de descendencia, que me ha dotado para realizar consultas telefónicas con seres queridos que me han visto durante este trimestre como un verdadero Pediatra.
Tres meses para conocer a gente de diferente índole y condición, pero todas ellas dignas de conocer. A mis compañeras del Carlos Haya (Pino, Figares y Auxi) que me han acompañado en este trance, a los resid
entes del Hospital Clínico (Alicia, Blanca, Celia, María Toro y cómo olvidar
a Cristian que fue mi mentor a mi llegada a las Urgencias), a las R1 que he ido conociendo en las
mañanas de la rotación, pero sobre todo en las intensas guardias de 24 horas que daban en la
madrugada una mínima tregua para compartir experiencias y que no nombraré por la posibilidad de cometer la injusticia de dejarme algún nombre en el tintero. También al resto de residentes de otros años que de manera menos asidua hemos compartido el sufrimiento de estas pandémicas guardias. Tres meses para formar parte de un engranaje perfectamente estructurado y engrasado de enfermeras y auxiliares que siempre que podían me han ayudado con alguna medicación no del todo bien ajustada, y también a unos Adjuntos que han acudido al rescate cuando el limitado mar de mis conocimientos pediátricos se veía sacudido por alguna duda.
Tres meses que han
tenido en medio una dura Navidad de guardias frenéticas, desbordantes y demasiadas pegadas en el tiempo. Que me hicieron pasar la Nochebuena de guardia y parte de las fiestas en los kilómetros de carretera que separan Málaga de Úbeda.
Dos duros meses (Diciembre-Enero) en las Urgencias del Hospital. Y un febrero bisiesto en la “calma” frenética de la consulta de Atención Primaria donde aprendí la cara B de la Pediatría de la
mano de Maria del Mar, Mari Paz y Jorge gracias a los consejos sobre las vacunas, alimentación, control de niño sano… Tres meses en los que he tenido que superar muchas crisis respiratorias, ajustar aerosoles, ingresar bronquiolitis, tratar neumonías, hidratar cuadros de vómitos y diarreas, pautar antibióticos pero también dar un margen prudencial para que esa incipiente fiebre espere a dar la cara y calmar el impetuoso sentimiento de algún padre coraje que quería acelerar el proceso natural de la enfermedad.
Tres meses de sonrisas (siempre hay que sonreír cuando se es un afortunado como soy yo por hacer lo que quiero hacer), y también de algún disgusto. De algún niño malo de verdad, de alguna crisis en consulta por un pico febril que al principio asustan mucho pero que luego se dominan con naturalidad, de algún duro diagnóstico como un tumor cerebral incurable, de destapar algún que otro problema social de fondo pero sobre todo de esas tres sepsis meningocócicas (dos de ellas mortales) que dan la cara de golpe, abofeteando las esperanzas de unas familias que ven su futuro pender del hilo que es el cara o cruz de que el niño en cuestión (que horas antes estaba en buen estado), responda a la medicación intravenosa mientras su cuerpo se tinta de manchas de desesperanza.
En definitiva, todo lo contado y también todo lo callado, es la dura pero eficiente rotación en Pediatría, con sus luces, con sus sombras, con su gente, con los vómitos y diarreas que se suelen coger nada más aterrizar por esos lares, con un moqueo continuo que se acentúa con cada guardia y con unos niños que te lloran en la consulta, que te vomitan y de los que alguna vez has tenido que esquivar una orina a modo de proyectil teledirigido pero que son el mejor regalo cuando alguno te regala una sonrisa o como aquella niña que cito para cerrar esta entrada que cuando se iba de la consulta me dio un beso a modo de agradecimiento.
(Imagen para nada usual de la Sala de Espera sin ningún niño) Deleitaros con la foto porque rara vez la veréis así
Pues aquí me tienes, de guardia, en la consulta 2, con 6 pacientes en la pantalla, y si, todos mios, porque los adjuntos llevan 2 horas viendo la tele. Esperanzador tu relato, pero la realidad es mucho mas dura.
ResponderEliminarJuan, comparto contigo el 100% de tu relato. Soy de las que piensa que la ACTITUD lo es todo en la vida y tu has sabido dar buen ejemplo de ello. Un beso grande y encantada de conocerte.
ResponderEliminarMaría Toro
Una Gran Entrada, si Señor
ResponderEliminarEstupenda entrada para conocer un nuevo punto de vista sobre la Pediatría (por ahora primera de mis opciones)
ResponderEliminarUn besoo!