30 Junio ´12
Una
de las imágenes que recuerdo con más cariño de este sábado era ver la cara
desarmada por el amor de Raúl mientras veía como María bajaba del coche nupcial
tras los protocolarios minutos de espera con las que suelen premiar las novias.
Hacía más de 11 años que el binomio perfecto Raúl-María, María-Raúl se
conocieran pero la mirada delataba ese amor infinito y exponencial que no
entiende de retos sino de objetivos.
La
eterna pareja, la perfecta combinación por fin patentaron el “Sí
quiero” que todos sabíamos. Una vida por delante y un largo pero seguro
camino recorrido hasta la fecha, como los pasos ilusionados hacia el altar en
el que sellaron las alianzas.
La
entrada al banquete con Sabina de fondo; el tímido proyector en el que se
resumían en unos minutos la eternidad del día a día, la rodilla hincada en el
suelo para iniciar la coreografía de ese vals a ritmo de 3 por 4. Recuerdos de
la infancia en Úbeda, la consolidación en los años de facultad en Granada y el
éxodo a Valencia para hacer camino al andar.
Amor
sincero y al cuadrado, amor sincero y generoso. Todos los que asistimos a la
boda compartimos sus miradas, sus sonrisas, sus besos y nos dejamos enamorar
por ese amor difícil de encontrar pero que en la figura de Raúl y María, María
y Raúl es un guiña a la felicidad.
Enhorabuena
pareja y ¡Vivan los novios!
Y yo que creía que la cara desencajada era porque el conductor casi se carga el coche.
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