lunes, 18 de mayo de 2009

Jornada de Reflexión

El 18 de Mayo ha irrumpido en el atronador silencio de la noche. Un día de tantos, que sin embargo, marca un antes y un después en la vida de cualquier aspirante a soñador. Y es que ese día que parecía no llegar jamás se asoma al otro lado de la esquina que por temor, tanto nos cuesta tomar.
Cuando Mayo marque su día 20, todo habrá llegado a su punto final, a esa desconexión para la que tanto nos hemos estado preparando, y que pese a los esfuerzos, ante la que tan desprotegidos nos sentimos. Oficialmente, y contratos firmados en mano, ese día, muchos de “mis lectores”, y ante todo amigos, dejaremos ese status a modo de burbuja que nos ha acompañado durante este trayecto de rosas conocido por Universidad, para entrar en ese mundo despiadado y letal que es el laboral, donde el hombre es un lobo para el hombre como diría Thomas Hobbes. Es en este nuevo periplo que comienzo el miércoles, cuando veré la fiereza de la especie humana, cuando contemplaré el tendón de Aquiles de personas ávidas de éxitos que se amparen en que el fin justifica los medios; cuando comprobaré cuan disperso puede ser el camino que conduzca a la meta, pero también cuando me dé cuenta de las excelentes personas que hay aún por descubrir, de esos héroes anónimos dispuestos siempre a tender la mano, a ceder su aliento, a escuchar y dar consejo… a esa dualidad humana que nos hace ser la especie por antonomasia.
Faltan dos días para oficializar el ascenso académico que tomará mi vida, para que el escalafón R1 tome el testigo del universitario, y en plena madrugada intento visualizar mi pasado para llegar a comprender el futuro. Si hay algo que supera la belleza de un sueño, es la belleza de un recuerdo, y precisamente ahora, pese a las posibles cábalas de lo desconocido, me ha venido a la mente mi etapa de preescolar, cuando la única preocupación era divertirse con los compañeros de clase, algunos de los cuales, se han hecho inseparables para el resto de mis días. Es complicado burlar al olvido, pero ante esos días de eterna sonrisa a los que evoco, me viene al recuerdo uno de los primeros conflictos “académicos”, si de esa forma se puede catalogar el aprender a atarse los cordones. Con melancolía recuerdo los quebraderos de cabeza que suponían para mis no avezadas manos, la labor de dicha actividad, ese borrón en un inmaculado boletín de notas, que veían en ese NM, un borrón ante ese PA generalizado que le indicaba a mis padres que progresaba adecuadamente. Desde pequeño comprendí que siempre habría dificultades en el camino que pondrían a prueba nuestra templanza y que serían retos hacia la superación. No existen los problemas, sino soluciones, y ya con 3 años comprendí que el esfuerzo da sus frutos. Tras intentos varios en burlar a la profesora de turno, tras inventarme las escusas habidas y por haber, tras poner caras de pena y miradas angelicales que escondían mi ignorancia, comprendí que quien tropieza y no cae adelanta camino. Todo resbalón tiene una enseñanza que darnos, y el alto en el camino no es más que un momento de reflexión con uno mismo. Tras mucho esfuerzo y tentativas, superé ese escollo y ese “Necesita Mejorar” se trasformó en un PA que demostró que con empeño y sacrificio no hay nada que se resista, y es que uno siempre tiene que estar dispuesto a abrazar sus sueños.

El miércoles, una ciudad nueva será testigo de mis primeros pasos; de nuevo tocará superar una adversidad, esquivar los numerosos escollos que surgirán en este camino de formación que durará cuatro años llamado Residencia. El temor al fracaso volverá a rondar, acechando como un buitre lo hace ante su presa en el desierto, las fuerzas harán un conato de esfumarse, de volatizarse ante las dudas, ante el desánimo, ante el pensar que uno no está capacitado para curar a un paciente, para soportar esa mochila que pesa como una losa y que se llama responsabilidad, obligaciones, compromiso…
Muchas veces tropezaré, pero seguro que tantas veces me levantaré y seguiré andando, como lo hice ante el reto de aprender a atarme los cordones de los zapatos, como lo hice ante mi primer septiembre poblado de exámenes, como lo he intentado hacer cada vez que ese camino de rosas que es la vida me ha premiado con alguna de sus espinas

El miércoles es ese día, el día tanto tiempo esperado. Nos vemos en el camino…



“Los sueños nunca desaparecen si las personas no los abandonan”

1 comentario:

  1. Soy el primero!! jeje

    Pues oye, mucha suerte, qué envidia me das ;)

    Las cosas como son, te esperan ahora muchas "aventuras" buenas y malas.

    Bienvenidos, según dicen, al peor año de tu vida, jejeje ahora, lo bueno es que todo se pasa, jejeje

    Hala, a disfrutarlo, y ve contándonos las cosas por aquí, para que vayamos viendo lo que nos espera, jejeje

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