De
nuevo me disfrazo de Chicote y realizo las recomendaciones periódicas que suelo
compartir con vosotros cada vez que hago algo digno de descubrir. Y esta
entrada lleva tres en ella, en lo que ha podido definirse como un domingo
cargado de placeres ocultos.
Cronológicamente
y sin ello significar el orden de las preferencias, os presento la triada de
cosas que os recomiendo viváis en primera persona si podéis/queréis/os animáis.
SEGWAY
Este domingo, la curiosidad fue a más y a modo de regalo
disfruté de hora y media de este original medio de transporte, Ataviado con tu
casco de seguridad y tu chaleco refractante, uno puede recorrer el casco
histórico de Málaga, subir a la Alcazaba y contemplar desde su Mirador la majestuosidad
serena de una ciudad que siempre oferta un algo que le de un plus, esquivar a
los peatones que abarrotan Calle Larios, Plaza Merced o Constitución, recorrer
el Muelle Uno y surcar el Paseo de las Farolas.
Siempre me he considerado poco habilidoso (podría
definirme como torpe pero tampoco es plan de autolesionar mi moral), pero
quiero quitar las falsas creencias de la gente que por temor a no poder o a no
estar a la altura no se atreve a probar el Segway. Por lo tanto, os recomiendo
a todos que os animéis y os deis una vuelta en alguna de las muchas opciones
que propone la empresa: una hora, hora y media, tour con visita a monumentos y
guía que explica la ciudad…
Tras
hora y media donde uno se queda satisfecho, relajado y algo eufórico, y tras comer
un exquisito bocado Japonés en el Restaurante Asako (bien podría merecerse una
nueva recomendación), toca el turno del teatro, así que damas y caballeros,
tomen sus asientos, que la obra va a comenzar
UNA BODA FELIZ
Últimamente le
estoy cogiendo el gusto a ir al teatro. Es un arte adictivo, lleno de su
particular magia sobre las tablas, un arte venido a menos por las nuevas
tecnologías y las preferencias de una sociedad que hace que esta particular
forma de representación vaya camino del peligro de extinción.
Toda una pena,
la gente de mi edad solemos relacionar el teatro con Quique Camoiras, escenas
de cabaretes venidas a menos y un tufo de pasado que nos echa para atrás. Si
finalmente uno vence a estos prejuicios puede descubrir obras como “Una boda
feliz” que no es más que una carcajada continua de dos horas de duración que se
hacen muy cortas aunque uno vaya al teatro como fui yo, lleno de
preocupaciones, estrés y agobio, convirtiéndose en una terapia que contagia
sonrisas y desprende buen rollo. Hace unos meses vi a Agustín Jiménez en “El
Apagón” en Madrid, obra que no cumplió las expectativas que llevaba por lo que
no hice alusión alguna en el blog, pero debo de reconocer que la obra “Una boda
feliz” es un regalo para los sentidos, donde tanto el ya citado Agustín
Jiménez, o el televisivo Antonio Garrido, acompañados de Francesc Albiol, Juan
Solo y Geline Tyll encadenan con maestría la batuta de la buena dirección que
hace Gabriel Olivares.
Una familiar
lejana que se muere, una fortuna heredada con una condición, una boda convenida
y un sin fin de situaciones hilarantes en torno a todo esto. No voy a entrar en
más detalle, tan sólo animar a que lo descubráis en primera persona. Hasta el
28 de Abril está en el Teatro Alameda de Málaga, y luego continuarán con su
particular peregrinaje por los teatros españoles. Caviar de alta calidad a
precio de grandes superficies.
Pero
la secuencia de este poco común domingo no termina aquí. Camino a casa y en
pleno Festival de Cine de Málaga, uno se encuentra personalidades en cualquier
rincón, bajo el recorrido de la alfombra roja que recorre la ciudad. El ser
humano es curioso por naturaleza, ves a un grupo de gente agolpada a las
puertas de un hotel y la curiosidad te hace acercarte. Da igual que no conozcas
a muchos de los jóvenes actores que van saliendo para montarse en los coches
oficiales, tú sigues allí hasta que reconoces a gente como Goya Toledo o José
Coronado. En pleno desfile de glamour patrio, alguien que se acerca con su
tarjeta de organizador y que te da dos entradas para el estreno de Combustión
que será en 20 minutos en el teatro Cervantes. Odio esas películas de coches,
carreras, niños guapos y acción, me parecen un engañabobos para hacer caja. Dos
días antes había ido al cine y en los traillers anunciaron esta película que
tomaba el testigo de “A tres metros sobre el cielo”. Tanto la primera como esta
no las había visto ni entraba en mis planes, pero finalmente, somos latinos y
uno hace suyo el dicho de “a caballo regalado no le mires el diente”, así que
de manera inesperada uno se encuentra en el patio de butacas del Teatro
Cervantes a dos filas del mismísimo José Coronado, o de los actores del rodaje,
del querido por todos Carlos Jean o entre personalidades de la cultura
malagueña como su alcalde que no se pierde una. Y con este introducción a modo
de preludio, doy paso a la tercera recomendación
COMBUSTIÓN
El Festival de Cine de Málaga lleva tan solo unos días,
pero ya hay una película que ha tomado la pole position entre las preferencias
del pública.
En la noche en la que el Festival premiaba la
trayectoria, sus actuaciones pero también lo buena gente que es José Coronado,
antes de la proyección del film se intercambiaron flores en el escenario tanto
amigos como compañeros de profesión, sobre su persona para terminar con un
agradecido José Coronado que regaló sonrisas y lágrimas e hizo autocrítica de
un país que muy bien resumió en el título de una película, es “una fuga de
cerebros”, donde médicos e ingenieros se ven obligados a hacer las maletas,
para introducir un alegato al cine español, la fábrica de los sueños que corre peligro de muerte, haciendo
partícipes a todos los presentes que sigamos soñando, apoyando a un cine
español que jamás ha estado tan bien preparado, ni tan creativo, ni tan
técnicamente dotado. La verdad es que el cine español tiene mala crítica. Todos
al pensar en él lo hacemos con alguna teta o culo, con algún Torrente casposo o
en busca del chiste fácil, o tratando la enésima Guerra Civil que ya está tan
exprimida…pero la verdad es que últimamente al talento de actores que han
coronado la Meca del séptimo arte (Antonio Banderas o Javier Bardem), se suman
fenómenos que hacen que los brillantes guiones de la joven ornada de directores
superprofesionales y cualificados, estén dando películas muy interesantes a los
que las taquillas no le son justas del todo, y las subvenciones estatales le
dan la espalda.
Y en medio de todo esto, los caballos del motor de
Combustión rugen para irrumpir en la realidad social, demostrando una vez más
que los tópicos están para ser derribados. Película eminentemente dirigida para
un público joven que se enamore de la belleza y el buen cuerpo de unos
protagonistas que suben la adrenalina y la temperatura de la sala, al ritmo de
la pegadiza banda sonora de Carlos Jean. Un film que sabe llegar a su destino
sin descuidar las formas pese a la facilidad con la que este tipo de películas
sustentadas en caras guapas y buenos coches suelen perder el hilo argumentar.
Un reparto que se amolda a las necesidades de la trama para hacer que la
adrenalina no decaiga en ningún momento y dejarle una dulce sensación al
espectador cuando se levanta de su butaca.
Casi dos horas de buen cine, o al menos de un gran
producto listo para ser un éxito de taquillas si la gente se anima a acudir a
las salas de unos cines, cada vez más vacíos
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