Ayer
una notificación en mi móvil saltó como un bombazo a primera hora de la noche.
La Marathon de Boston se había convertido en una ratonera humana en la que las
primeras cifras ya daban muertos y heridos graves.
Alguno
de ustedes (vosotros a estas alturas del blog), sabréis que soy un runner
devoto a nivel aficionado. Siempre que puedo me sumo a la carrera popular de
turno y ya cuento en
mi haber con 8 Medias Marathones corridas y sufridas y un
101 de Ronda en mi honorífico currículum deportivo. Conozco la idiosincrasia
del corredor que se prepara durante semanas para el evento deportivo de turno
aún a sabiendas de que no va a ganar; que se entrega a entrenos bajo la lluvia, bajo un sol radiante, o en días donde
se encuentra sin fuerzas, vencido por las obligaciones del día a día. Héroes
anónimos que desafían a los impedimentos de la sedentaria sociedad del siglo
XXI, que se echan al asfalto, que liberan endorfinas y adrenalina, que
encuentran la felicidad a través del deporte y la magia que lo envuelvo, que lo
universaliza y que lo hace una adicción que no entiende de sexos, razas,
discapacidades ni impedimentos.
Debo
de reconocer por todo esto que la tragedia de Boston me ha dolido
especialmente. Sin ir más lejos hace dos domingos corrí la Media Marathon de
Málaga, y este domingo una carrera popular en Alozaina. Imagino las escenas
americanas en algunas de las pruebas en las que he participado y no llego a
entender como puede haber gente que intente utilizar el escaparate mundial de
personas anónimas que no han hecho nada malo para gritar sus nulos argumentos
bélicos en forma de arma explosiva.
Esta
entrada es mi particular homenaje para esos héroes anónimos que han perdido la
vida mientras intentaban superarse a sí mismos. Para todas las familias que
mientras esperaban a su ser querido entrar victorioso por la meta se han
quedado huérfanos por la pérdida. A tod@s los pacientes que se encuentran en
estado crítico disputando esta particular carrera de vida o muerte. A los
inocentes que han sufrido amputaciones físicas pero sobre todo un daño
psicológico irreparable. Esta entrada es un abrazo para todos los que estaban
allí y han mirado a la muerte a la cara, a los que han ayudado a salvar vidas y
a intentar poner paz entre el caos. A los cuerpos de seguridad, a los médicos,
a las personas de bien que han sufrido viendo o leyendo la noticia a través de
los medios.
Posdata: no
quiero ser mal pensado…podéis llamarme loco y moralista, pero miedo me da que
este atentado (si se confirma al final como tal), sea un acto que tenga
relación con Korea del Norte y se convierta en un pretexto para el inicio de
una nueva guerra como ocurrió hace ya unos años con las caídas de las Torres
Gemelas en el 11-S. Demasiadas maquiavélicas coincidencias. ¿Un circo
orquestado?
Sea como sea, descansen en paz.
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