La
precariedad laboral no entiende de titulaciones ni de profesiones. Durante
cuatro años he venido escuchando la suerte que tenía: recién licenciado, con
las oposiciones aprobadas a modo de examen MIR y mis cuatro años por delante de
contrato para aprender al mismo tiempo que realizo tareas asistenciales, en la
adquisición (se supone que progresiva) de responsabilidades.
Durante
este tiempo ha visto como amigos míos (los menos y más afortunados), afianzaban
sus puestos de trabajo en otros sectores ajenos a la sanidad. Algunos, se han
tenido que mover por la geografía española en busca del contrato que en su
tierra le negaban. Otros han emprendido viajes kilométricos peregrinando por
países tan variopintos como Japón, Korea o Alemania, en busca de la estabilidad
perdida, sin tener en la mayoría de los casos el espíritu explorador que Marina del Corral, secretaria de
Inmigración y Emigración, dependiente del Ministerio de Empleo y Seguridad
social, nos achacaba, explicando la emigración juvenil como el impulso aventurero propio de la juventud. Y
otros (los más y menos afortunados), o bien no encuentran trabajo alguno o se
han tenido que reciclar en algo para lo que no habían estudiado durante años.
Pero
durante estos cuatro años, uno parece anestesiarse por los cantos de sirena de
una sociedad que te repite recurrentemente la suerte que tienes por tener
trabajo de lo tuyo, lo que te gusta y por lo que has estudiado. La misma sociedad
que alaba tu esfuerzo pero que a la vez critica que te pongas en huelga
reivindicando una formación de calidad y una remuneración económica que no
sufra recortes desproporcionados al falso amparo de que somos algo así como
niños mimados que cobramos por una especie de Máster a modo de Residencia, tal
y como llegó a decir María Jesús Montero,
consejera de sanidad de Andalucía, durante la huelga de Especialistas Internos
Residentes de esta comunidad, la misma consejera que tiene la licenciatura de
Medicina, aunque jamás ejerció, jamás se formó como MIR, y jamás supo lo que
supone el día a día de estos maravillosos, gratificantes pero a la vez
estresantes cuatro años (o cinco en algunas especialidades) que conforman el
MIR.
Pero
a esta gente que reconoce tu esfuerzo y se alegra por tu “suerte”, pero que al
mismo tiempo parece echarte en cara la suerte que te presupone, desconoce en la
mayoría de los casos, la realidad montada en un castillo de naipes que en este
mes de Mayo se desmoronará de manera diferida, poniendo sobre la mesa la misma
crueldad laboral que amenaza a la sociedad del siglo XXI en esta pandemia
nacional que es el desempleo.
Y es
que el 19 de Mayo, dejaré de ser Médico Interno Residente. Estaré apto en el
certificado que me acredita como especialista en Medidina Familiar y
Comunitaria y ascenderé de status. Ya no seré residente sino facultativo,
adjunto, el mandamás de turno, sin turno que gobernar. Y es que la realidad es
que me encontraré con 29 años, tremendamente formado y preparado, capacitado
para llevar un cupo de Atención Primaria, intentar poner paz en cualquier sala
de Urgencias e incluso de lidiar con la sala de Observación y Críticos de un
hospital de tercer nivel. Pero la realidad no es esa, sino la cara opuesta que
la gente desconoce: precariedad laboral, políticas de contratación 0, contratos
de días e incluso horas bajo la política del lo coges o lo dejas, previa
penalización en bolsa. Vivir pendiente de una llamada que no se produce, de una
oferta de trabajo que no llega salvo quizás en vacaciones y fiestas de guardar.
El
mismo ogro que devora las esperanzas de los más de 6 millones de parados en
España, que supone una lacra para personas de edad avanzada que se ven en la
fase crítica de su vida sin trabajo, sin expectativas y sin cotización
suficiente que le asegure una jubilación digna. El mismo paro que es una losa
demasiado pesada para una juventud con la que se ceba con especial violencia,
donde se registra una tasa de desempleo del 52,9% en los menores de 25 años
según datos de Eurostat (siendo superados tan solo por Grecia).
El final siempre supone cierta amargura. Todos los
cambios te llenan de melancolía, pero este final abrupto se asemeja más a una
caída por el precipicio que a una llegada a meta. Cuando tendría que estar
recogiendo los bártulos figurados de la residencia y disfrutar del camino
andado, la realidad es que los días pasan en la redacción de currículums, en la
búsqueda de ofertas de trabajo que no llegas a encontrar, en la sensación de
vacío que te deja un nudo en el estómago, en la sensación que te hace sentir
impotente de que no te vas, te echan y en la rabia que da ver como todos
estamos en la misma situación pero no buscamos soluciones conjuntas, ni tomamos
las calles, ni ponemos “coloraos” a políticos corruptos y familias de sangre
azul poco decorosas, y seguimos frenados por el miedo a no se qué, o vencidos
por el desánimo del esperar como este barco a la deriva continua hundiéndose al
grito del ¡Sálvese quién pueda!
Muy buen post colega, esta es la realidad del médico. Tras la cortina de humo de las seis mil y pico plazas anuales en formación MIR lo que hay es lo que tu cuentas, un panorama de paro y condiciones laborales usureras. Por cierto dichas condiciones lamentables vienen desde antes, mucho antes de que se muriese la gallina de los huevos de oro. Hay médicos que llevan renovando mensualmente su contrato laboral desde más de una década, privilegiados? Quién? El delegado de sanidad que dice que el 90% de los que terminan la residencia encuentran trabajo y se sienten realizados?....
ResponderEliminarMª Jesús Montero tiene una hermana que es médico, concretamente especialista en Hematología. Debería pensar en ella cuando hable de la sanidad andaluza.
ResponderEliminarNo nos vamos, nos echan :(
ResponderEliminarAnte la realidad del paro la certeza de que se encontrará una salida. Construyamos "El Plan B" @Joseatrujillo
ResponderEliminarFernando muchas gracias. Entre todos tenemos que devolverle la ilusion al medico.
Eliminar¡Por supuesto! No podemos creernos que somos tan malos, ni que sin esfuerzo se consiguen las cosas. ¡Adelante!
EliminarJuan acabo de leer la ultima entrada de tu blog! Solo puedo decirte mucho animo, alguien con tu dedicacion, esfuerzo y trabajo solamente deberian pasarle cosas bonitas!!
ResponderEliminarpufff cruda realidad....
ResponderEliminarLamentablemente todo es cierto... Animo Juan
ResponderEliminarEl tunel se termina atravesando...como fondista sabes que el desanimo tiende a paralizarte..pero si sigues al final llegará la meta. Y lo de la Marina esa es realmente ridículo...parece una broma...
ResponderEliminarTiempos difíciles compañero. Yo he optado por emigrar a Francia: 1/4 de millón de € en inversión que se va...
ResponderEliminarAl final lo barato (mano de obra barata), sale caro (emigración)
EliminarAnimo juanito!!!estoy de acuerdo con mi querido tutor, hay luz al final del tunel!!!suerte!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuchísima suerte!! La vas a tener ya verás que sí campeón!!
ResponderEliminarEsto debe cambiar. No podemos consentir que gente tan bien formada se quede en la "calle" sin más. Suerte en tu andadura Pre-A1.
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