Un sabio de la vida como era mi
abuelo solía decirme aquello de “quién tropieza y no cae, adelanta camino”
Si hay algo que angustia al ser
humano es equivocarse, errar; esa desagradable sensación que se queda como un
poso de café cada vez que uno descubre la superficial mentira de un fallo. La
equivocación que persigue a los médicos, que los azota, que los somete. Uno que
se vanagloria casi sin querer de sus aciertos, de sus pacientes que evolucionan
favorablemente, de sus éxitos callados que van forjando una autoestima que
parece edificarse sobre unos cimientos quizás no preparados para el fracaso de
un error, de un resbalón, de un descuido.
Con cuántos pacientes te habrás
equivocado en el diagnóstico al darle el alta en Urgencias; cuántos no habrán
mejorado; saber los que han necesitado una nueva consulta; ¿habrá alguna
víctima anónima por el camino? Preguntas que a todos tarde o temprano nos
llegan a la mente, cuestiones que intentan atormentarnos, castigarnos,
asfixiarnos.
Esta noche estas preguntas han
venido a mi mente cuando hablando con un compañero del hospital me comentaba un
desliz en un tratamiento que prescribí al alta en mi primera guardia tras las
vacaciones, donde me confundí de dosis y en vez de pautar SeretideÒ 500
mandé el mismo fármaco pero a dosis pediátricas. Un fallo en principio menor
pero a la misma vez adimensional, un toque de atención para no bajar la
guardia, para estar siempre alerta, para no caer en la golosa tentación del
dejarse llevar, de la errónea sensación de tenerlo casi todo controlado.
Una prueba más de que este camino
de aprendizaje no tiene fin, que la meta es tan solo una utopía que en fallos
como los conocidos esta noche, se aleja y se hace inalcanzable. Un tropiezo, uno
de tantos otros del cual tras perder el centro de gravedad uno tiene que
limpiarse las rodillas, desempolvarse el polvo del camino y seguir caminando.
Andar, siempre hacia delante mirando hacia atrás para aprender de los errores.
Y es que nadie dijo que esto iba
a ser fácil
“El
éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano”
ya te digo...Aprendemos de todo, de nuestro errores y de los errores que companten con nosotros. Gracias
ResponderEliminarPd: revisión por su pediatra...no lo habré dicho veces a la vuelta de pediatría...
Hay que equivocarse muchas veces para poder acertar cada vez más y es de muy sabios el saber rectificar, aunque no sea a tiempo.Mil besos
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