Ayer en el Carlos Haya murió Paco Marsó. No me malinterpreten pero sinceramente “me da igual”; pero no lo digo en el sentido déspota que puede aparentar la expresión. Me importa lo mismo que todas las muertes que se producen día a día en mi hospital, siento lo mismo que con un crítico que llega a Observación ya sea por un accidente de tráfico o con un precipitad
o de un piso de seis plantas de altura cuyo pronóstico es más que incierto.
Esta entrada no es por esta pérdida televisada, sino para la imagen que veía cada mañana cuando llegaba a primera hora al Hospital y veía a “periodistas” acampados en los aledaños del hospital y a equipos de última tecnología esperando captar la “noticia”. Y la estampa me ha dado pena, ya que no veía en esa gente a profesionales formados quizás en las mejores Universidades españolas, ni a Másters realizados en el extranjero, ni brillantes currículums al servicio de la apolillada prensa rosa que tenemos en este particular país llamado España. En ellos veía a buitres a la espera de comerse a una nueva presa, a hienas informativas que se arrastran ante el morbo de noticias como la enfermedad final de Paco Marsó (de cuyos méritos para hacerse famoso ni se ni quiero saber).
Y es que si la atención mediática de este país estaba en el ACV hemorrágica de este paciente, mal vamos. Inmersos en plena crisis, con la soga al cuello, con problemas y más problemas que no encuentran aún soluciones, pero con gente como Belén Esteban para entretener a una sociedad anestesiada ante tanta irrelevancia que ronda la vulgaridad
Y pensar que un día era seguidor de Aquí hay Tomate… así nos va. Descansen en paz
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Esta entrada no es por esta pérdida televisada, sino para la imagen que veía cada mañana cuando llegaba a primera hora al Hospital y veía a “periodistas” acampados en los aledaños del hospital y a equipos de última tecnología esperando captar la “noticia”. Y la estampa me ha dado pena, ya que no veía en esa gente a profesionales formados quizás en las mejores Universidades españolas, ni a Másters realizados en el extranjero, ni brillantes currículums al servicio de la apolillada prensa rosa que tenemos en este particular país llamado España. En ellos veía a buitres a la espera de comerse a una nueva presa, a hienas informativas que se arrastran ante el morbo de noticias como la enfermedad final de Paco Marsó (de cuyos méritos para hacerse famoso ni se ni quiero saber).
Y es que si la atención mediática de este país estaba en el ACV hemorrágica de este paciente, mal vamos. Inmersos en plena crisis, con la soga al cuello, con problemas y más problemas que no encuentran aún soluciones, pero con gente como Belén Esteban para entretener a una sociedad anestesiada ante tanta irrelevancia que ronda la vulgaridad
Y pensar que un día era seguidor de Aquí hay Tomate… así nos va. Descansen en paz
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