(28 Abril ´11)
Antes de nada quiero comenzar esta entrada disculpándome. Sé que no es el sitio, el lugar, ni la clientela idónea para argumentar lo que voy a comenzar tras esta introducción. Quién este blog sigue debe esperar algo relacionado con la medicina o al menos con el día a día sanitario, pero voy a volver a saltarme esta norma no escrita para hacer esta entrada a modo de escrito terapéutico para purgar mi impotencia. Es probable que alguien de ustedes (vosotros ya que sois amigos, conocidos o no) estuviera informado de que ayer iba junto a mi compañero de piso y amigo de la infancia Antonio, al Bernabéu para ver la ida de las semifinales de la Champions League que enfrentaba a los dos titanes por antonomasia, el pasado contra el presente, al presente contra el futuro.
Pues bien, empiezo escribir sabiendo lo que quiero decir pero sin saber cómo hacerlo. Corría el minuto 60 cuando Pepe intentaba golpear un balón que había salido repelido de su pecho. Se abre el telón y Dani Alves se retuerce en el suelo, henchido de dolor, su cara es el vivo reflejo del sufrimiento; se retuerce, se revuelca,… Sus compañeros rodean al árbitro que tras cambiar su criterio inicial decide mandar al portugués a la ducha. Víctimas y verdugos en una misma escena. No voy a ser yo quien indulte a Pepe o haga ver su cara simpática o solidaria. Soy futbolista, futbolero y del Real Madrid, pero desde que vi su escalofriante cruce de cables pateando a Casquero en el suelo que ha sido secundado por otras entradas atroces, me cuesta reconocer el gran futbolista que es y ver más allá de esos prontos que lo condenan a la eterna duda. La misma repulsiva sensación que me produce ver al sonriente Dani Alves, muy dado a eso de la simulación, al llevar al borde de la interpretación faltas inexistentes, lesiones que se curan tras expulsiones de rivales y patadas salvajes que él suele propinar con también cierta frecuencia.
El caso es que quedaban aún 30 minutos por delante, y el resultado final ya es por todos conocido, 0-2 tras doblete de un imperial Messi.
Es entonces cuando el móvil, el tuenti y el facebook se me empiezan a llenar de mensajes, de recados,… y revivo la impotencia vivida desde el 4º anfiteatro de un Santiago Bernabéu repleto de feligreses resignados ante una nueva designación arbitral parcial. Puede que esta entrada resulta fanática. Intento que no sea así, pero es difícil cuando alguien escribe sobre algo que siente o le duele, pero voy a intentar contar realidades y no suposiciones. Antes de nada quiero exponer que ayer, sobre todo en los primeros 45 minutos MI equipo no jugó a nada, como un equipo menor, agazapado en su trinchera a la espera de encontrar buena posición para disparar a un oponente al que había vencido una semana antes. Parece ser que la idea de Mourinho era asegurarse el casillero de Casillas a 0 y pasar en los 20 últimos minutos a la acción con Kaká. Pienso que el equipo más laureado de Europa debe quitarse de una vez el corsé con el que intimida sus miedos ante la opulenta figura que proyecta su máximo rival en los últimos años, más que nada tras la recién conquista de la Copa y porque juegas en casa, ante tu público, en tu templo, donde tantas batallas has ganado hasta forjar una leyenda. Pero Mou decidió de nuevo la estrategia del desgaste y esta vez salió cruz.
Cierto es, y a los hechos me remito, que en los últimos tres encuentros, el Barcelona ha sido incapaz de meterle un gol al Real Madrid mientras contaba con 11 jugadores en el campo. Y ayer los dos de Messi llegaron tras la expulsión de Pepe en una “entrada” en la que hay material gráfico a modo de vídeo en la que se demuestra que no tocó pierna.
Titulo en mi facebook “atraco en el Bernabéu” y se empiezan a burlar del 80% de posesión del Barcelona. Quién conozca mi criterio futbolístico no me puede negar que sé reconocer la evidencia, y de hecho hay artículos que lo corroboran (ver el artículo que titulé FC Barcelona: el trébol de cuatro hojas) en el que premié la música celestial tocada bajo una batuta blaugrana tras el 2-6 de hace dos años. Pero en el fútbol que viene desarrollando últimamente poco queda de aquel preciosista despliegue artístico. A día de hoy es un toque-toque insustancial, para engañabobos, la mayor parte en territorio propio con pases en corto y al pie de los “creativos” Piqué, Busquets, Puyol y Mascherano que nada generan pero que sirven para subir el porcentaje con la pelota y crear argumentos para los “críticos” del fútbol. Escasa verticalidad que se resume tan solo en la genialidad de un diminuto Dios del fútbol que sumerge entre trifulcas, simulaciones queda vez en mayor número y poco decoro (Pedro ayer pasó más tiempo en el suelo, y la escasa deportividad y compañerismo de un jugador como Busquets es para hacérsela mirar al muchacho, que lo mismo se tira al suelo simulando un síncope mientras con un ojo entornado se congratula con una nueva expulsión forzada). El Barcelona con su escaso fondo de armario, con su juego cada vez más previsible pero con un reguero de títulos al que no voy a quitar mérito ya que el que más logors hace es el que más se lo merece y no voy a negar que estamos quizás ante el equipo que mejor fútbol haya hecho en la historia de este deporte hecho fútbol, o al menos en el equipo que yo recuerde (no habló del Brasil de Pelé o el Real Madrid que dictó en Europa con Di Stéfano a la cabeza ya que de ellos leí y no ví).
La UEFA le ha abierto un expediente, el Barcelona ha decidido dar un paso al frente y denunciarlo, el Real Madrid lo ha defendido devolviendo la acusación, Mourinho volvió a hablar y a detener el mundo (curioso mundo este que tenemos que se fija más en Mourinho que en el panorama político actual), pero el caso es que como siempre dijo lo que piensa y lo que pensamos muchos entre los que me incluyo, que hay una mano que mece la cuna: los 6 penaltys en Stanford Brigde, la expulsión de Van Persie cuando estaba con pie y medio este año apeado en Octavos, la expulsión ayer con media hora por delante para matar la eliminatoria, la multitud de penaltitos pitados a favor en el calendario doméstico cuando los partidos se atascan, las escasas expulsiones en primera persona pese a la dureza con la que gente como Alves o Busquets que sin ir más lejos ayer le hizo una entrada atroz a Xabi Alonso se suelen producir domingo sí, domingo también, o la amnistía que tiene para forzar amarillas y llegar limpios a Semifinales tras cerrar en el partido de Ida su eliminatoria anterior cuando a otros por el mismo motivo (aunque mucho más teatralizado) fueron sancionados. Pero parece que la moda viene impuesta por el “bueno” y temperamental Pep (10 expulsiones como jugador y 2 como entrenador), un hombre que se puede permitir el lujo de insultar públicamente a un árbitro (lo hizo en Almería) y salirse de rositas, un hombre que presume de señorío y que consigue aparentarlo y engañar a la gente, pero en definitiva un Pep bipolar al que no se le ha visto su verdadera cara ya que todo le ha ido de cara, con el viento a favor mediatizado por una prensa catalana que le da cobijo y sustento.
Wegner y Ancelotti rechazan la teoría de la conspiración, pero cuando en su día la “sufrieron” fueron los primeros en alzar la voz. O el mundo del fútbol está anestesiado por el canto de sirena del Barcelona, o tienen miedo a las represarías, o yo es que soy tan radical que veo una continua caza de brujas.
El caso es que quedan 90 minutos en el Campo Nuevo y pese a que Mou argumentará ayer en rueda de prensa (tras la cual será sancianado y mirado aún más por lupa por Platini y sus secuaces): “es imposible ganarles, ya que en el hipotético caso de meterles un gol, ya les ayudarán”, a buen seguro que el Real Madrid le dé la espalda a sus complejos y salga a dar bocados futbolísticos de la mano de Kaka, Higuaín y Benzema y sin trivote cubriendo espaldas ya que tienen todo perdido.
Rio Ferdinand dixit en su twitter: “Si me veis alguna vez salir en camilla como Alves y volver corriendo, dadme una patada”
Pues sí, temía que así pareciera, pero así ha sido. Esta entrada ha quedado muy radical y cuando uno alza la voz pierde la razón y los argumentos, pero necesitaba decirlo. Tan sólo espero que el reguero de clásicos pase y que se olviden las denuncias, los piques dialécticos, las peleas a ras de césped, los insultos y escupitajos en túnel de vestuarios, la política en cubierta y se le dé el valor que realmente tiene todo esto, un deporte en el que tiene que ganar el mejor, sea quien sea, le pese a quién le pese, y sea cual sea el color de la camiseta. Que así sea, sea o no mi equipo