Siempre en la vida hay una primera vez para todo. Mi debut como “profesional” sanitario tiene fecha, una tarde calurosa, 25 de Mayo, en esa Málaga de adopción que será como una madre autoritaria que verá como aprendo a caminar, para lo que antes, debo empezar a gatear.
La especialidad de Medicina Familiar es un poco peculiar, ya que en su organización interna difiere bastante del resto de especialidades médicas. En mi caso, los primeros seis meses los haré en el Centro de Salud, y tan sólo acudiré al Hospital (Carlos Haya aunque también el Civil en caso de necesidad) a hacer las tan respetadas y temidas guardias, para lo que antes tenemos que realizar un cursillo de Urgencias para el que aún no estamos citados, así que mientras esperamos, vamos tomando cuerpo a la consulta, a los pacientes, al trato con lo cotidiano, con lo más frecuente, con el día a día.
En mi primera toma de contacto he tenido todos los calificativos posibles de cara a una clientela variopinta que se sucede como un reguero constante a lo largo de las cuatro horas que dura la consulta. Desde el nuevo doctor, al ayudante de la Doctora, al mozo de la consulta, incluso hasta el estudiante de enfermería.
Pero no nos engañemos, me queda mucho para dominar los tempos de la consulta. En mi primer día, la lección era más propia de una clase de Informática que de Medicina, pero todo es necesario para llegar a la meta. No se puede ascender sin dominar las herramientas que se tienen que utilizar, así que el primer paso es dominar el programa informático de las consultas (Diraya), programa útil pero caótico, que en mis primeras horas ya me he puesto los nervios a flor de piel en más de una ocasión. Las consultas necesitan ordenadores más potentes, y sobre todo un soporte de Intranet con más potencia que no se quede colgado con tanta frecuencia y en los momentos más impertinentes, parones que dificultan la relación médico-paciente y que hacen que sea casi imposible cumplir ese ritmo frenético que dictan los 5 minutos que hay para cada paciente, un tiempo que es una más una quimera que una realidad.
Pasito a pasito se llega a la meta; hoy ha sido la primera zancada de muchas, pero lo importante es que ya he empezado a andar. Se llame consulta, paciente o Diraya, lo importante es ponerse. Que suene la música…